De vuelta a la casa de ‘Médico de familia’, la farmacia que sigue de guardia, la iglesia de ‘Ay, Señor, Señor’, el colegio de ‘Compañeros’ y otros lugares de míticas series

/ 26 noviembre, 2018

¿Quién no ha deseado alguna vez vivir en la acogedora casa de ‘Médico de familia’, comprar medicamentos en la divertida e impredecible ‘Farmacia de Guardia’ o encontrarse con un cura tan moderno como era el padre Luis en la iglesia de ‘Ay, Señor, Señor’? Fue la ilusión de muchos espectadores durante la década de los 90 en pleno boom de las series españolas. Y es que por aquel entonces muchos de esos lugares se convirtieron en icónicos y reconocibles por todos. 

El reparto de Sensación de Vivir en la playa

Así eran los veranos de la generación EGB

Leer artículo relacionado

‘Farmacia de Guardia’ (1991-1995) fue la primera serie española de larga duración por su éxito arrollador. Aquella farmacia de fachada roja y carteles con las letras doradas sobre fondo negro estaba regentada por la boticaria Lourdes Cano (Concha Cuetos). Todos los días recibía la visita del golfo de su exmarido, Adolfo Segura (Carlos Larrañaga). Un bribón apuesto, un galán de traje y corbata, que casi siempre venía a pedirle dinero o favores para su nuevo negocio y sus ocurrencias, y que siempre terminaban despertando una sonrisa en Lourdes y carcajadas en los espectadores. Como las que también provocaba el hijo pequeño de la familia, Guille (Julián González), junto a su hermano adolescente Kike (Miguel Ángel Garzón). Y qué decir de la larga lista de clientes que pasaron por allí, a cada cual más surrealista que el anterior, muchas veces encarnados por grandes artistas, y que generaban situaciones verdaderamente cómicas en un entrar y salir continuo de gente y talento.

Esa farmacia sigue activa hoy en día en la calle Alcalá de Madrid, cerca de Manuel Becerra. Parece como si de un momento a otro fuera a salir el mítico agente de policía interpretado por Cesáreo Estébanez tras la frase “Para dentro, Romerales”, junto a María de la Encarnación (María Garralón), pero allí nunca han estado Lourdes, ni Adolfo, ni Guille, ni Romerales. Y el dueño es otra persona.

El director de la serie Antonio Mercero se había fijado en esta farmacia donde iba a comprar pastillas para la tos con frecuencia. Hasta que un día pidió a su dueño que le dejara replicar su fachada en el plató de televisión para una producción que estaba preparando, inspirada en la sitcom americana ‘Juzgado de Guardia’. Aunque la farmacia original nunca apareció en la serie, porque se grababa íntegramente en estudio, cada detalle es idéntico y exacto, salvo el escapate extra que Mercero decidió incorporar en la parte derecha. Es difícil no pasar por delante y que automáticamente venga a la cabeza la famosa sintonía de la serie.

Series con protagonista estrella tras ‘Farmacia de guardia’

Con récord de audiencias, la serie de Mercero abrió camino a otras comedias protagonizadas por grandes figuras del cine español de entonces, como Andrés Pajares, Lina Morgan, Concha Velasco o Alfredo Landa. Este último interpretaba a don Pepe Gil en ‘Lleno por favor’ (1993), el dueño de una gasolinera de las afueras de un pueblo llamado Sotoalto y que solo creía “en Dios, en Franco y en don Santiago Bernabéu”. Allí sucedían situaciones de lo más insólitas ante la atónita mirada de sus empleados, el Gasofa (Micky Molina) y Sátur (Jesús Cisneros), quien a su vez estaba enamorado de Trini (Lydia Bosch), hija de don Pepe, dando lugar a las idas y venidas del amor. Pero también había hueco para el drama y la ternura, como cuando don Pepe, junto a su mujer doña Filo (Beatriz Carvajal), acogieron al niño huérfano Rufi (Alejandro Álvarez).

Esta serie escrita por Vicente Escrivá en realidad se rodó en la localidad madrileña de Meco, que siempre se veía de fondo. Y aunque la gasolinera ya no existe, que en la ficción llevaba las iniciales JG de José Gil, su dueño, sí nos hemos acercado al punto aproximado y la perspectiva desde donde se grabó. Seguramente sería derruida como tantas otras gasolineras o quizás porque acabó siendo, en realidad, un decorado a la intemperie.

¿Sabes dónde está la iglesia de ‘Ay, Señor, Señor’?

La que sí hemos localizado es la iglesia en la que el padre Luis (Andrés Pajares), un sacerdote de mediana edad y vocación tardía en ‘¡Ay, Señor, Señor!’ (1994-1996), y con aspecto moderno e ideas abiertas y liberales, traía de cabeza a sus compañeros, primero al anciano párroco don Claudio (Xesc Forteza), y más tarde al padre Ángel (Javier Cámara), que aunque mucho más joven e inocente, tenía también una mentalidad conservadora.

Los conflictos y discusiones entre los sacerdotes Luis y Ángel se sucedían en las tramas. Un tándem televisivo perfecto. El primero de ellos acababa por conseguir el apoyo de los vecinos, que se volcaban de lleno en las iniciativas que proponía el cura más progre. El templo y el exterior de la vivienda de los curas se encuentra en una conocida plaza de Alcobendas (Madrid). Curiosamente, en la segunda temporada contaron con una iglesia diferente para los exteriores, y cambió también el portal de la vivienda, a pesar de que la historia de la serie se desarrollaba en el mismo lugar. A día de hoy, la ubicación de este segundo templo sigue sin estar clara.

La revolución de ‘Médico de familia’

Donde todos quisimos vivir en algún momento de nuestra vida fue en la casa de la familia Martín en ‘Médico de familia’ (1995-1999). El exterior del chalet fue utilizado para las transiciones y algunas acciones fugaces. Allí sigue impoluta la vivienda, en el barrio de La Piovera en el distrito de Hortaleza (Madrid), en medio de paz y tranquilidad, como si no hubiera pasado el tiempo y como si todavía se pudieran escuchar las voces de Nacho (Emilio Aragón), su cuñada y posterior mujer Alicia (Lydia Bosch) y la de los chicos, María (Isabel Aboy), Chechu (Aarón Guerrero) y la pequeña Anita (Marieta Bielsa). A los que se sumaban la siempre escandalosa presencia de Julio (Francis Lorenzo), el entrañable amigo gamberro de Nacho, el acento andaluz de la Juani (Luisa Marín) y la inconfundible voz de la sabiduría del abuelo Manolo (Pedro Peña).

El único cambio que se aprecia es que se han pintado de negro las verjas, antes blancas, y la puerta del garaje, previamente marrón. Nadie se dio cuenta nunca, por cierto, del fallo de arquitectura en lo que podemos denominar la ventana fantasma de la cocina. Donde supuestamente está la puerta del garaje que vemos desde fuera, en realidad deberíamos encontrar ese inmenso ventanal. Físicamente era imposible encajar todos los elementos. Y la que supuestamente llevaba al garaje era la misteriosa puerta de la cocina que realmente nunca supimos a dónde conducía. Si alguien conoce el secreto, que lo explique. También tiene unos ventanales en la parte del tejado y nunca existió ningún tercer piso.

Pero si el doctor Martín tuviera que ir desde casa al trabajo en la vida real, tardaría tan solo 17 minutos en coche, según el GPS, y eso que casi siempre llegaba tarde.

El centro de salud Ballesol donde trabajaba Nacho se encuentra en la calle Juan XXIII de Madrid y en realidad es un centro para la tercera edad. En esta ocasión nunca vimos a Gertru (Lola Baldrich), ni a Marcial (Jorge Roelas), ni a la doctora Irene (Ana Duato), ni siquiera al director Borja (José Ángel Egido) en su exterior. Esta icónica fachada solo se utilizó para las transiciones. Únicamente en un episodio en toda la serie vimos a Nacho salir por la puerta del centro. Fue en el último capítulo de la sexta temporada, cuando sale corriendo en busca de Alicia, al conocer que se había puesto de parto de los gemelos que esperaban. Solo ha cambiado la entrada, sustituida ahora por unas puertas correderas automáticas. Enfrente hay un colegio y se cuenta que los chavales trataban de boicotear las grabaciones con sus gritos, aunque sin éxito.

Conflictos adolescentes en ‘Compañeros’

Su buena acogida radica en que por primera vez se contaban historias cotidianas que nos podían suceder a cualquiera. Y eso dio paso a otras series donde se abordaban problemas con mayor crudeza. Es el caso de ‘Compañeros’ (1998-2002), que empezó con Concha Velasco como protagonista, pero enseguida se convirtió en una serie coral a partir de la segunda temporada, donde nos metíamos en la vida y en la intimidad de los profesores, y sobre todo de los adolescentes.

Problemas con la droga, el alcohol, enfermedades, embarazos adolescentes, la influencia de las sectas e incluso la Guerra de Bosnia son algunos de los temas que se desarrollaron en la serie con Quimi (Antonio Hortelano) y Valle (Eva Santolaria) a la cabeza del grupo de los chavales, y donde no podían faltar los líos amorosos. Tampoco entre los profesores, como el caso de Alfredo (Francis Lorenzo) y el triángulo amoroso con Ana (Mercè Pons) y Nuria (Ana Otero). Hasta el severo profesor de Historia Félix Torán (Miguel Rellán), el Bacterio, terminó cayendo en las garras del amor con Marisa (Beatriz Carvajal), la profesora de Literatura. Menos mal que allí ponía un poco de orden la bedel Rocío (María Garralón) y la directora del Colegio Azcona, Tere (Tina Sainz).

Un colegio cuyo exterior pertenece realmente al IES Severo Ochoa de Alcobendas (Madrid). Y que a pesar de sus grandes dimensiones reales, nunca vimos una cafetería ni un comedor en su interior. Solo unas tristes máquinas de refrescos. Por eso sus protagonistas tenían que acudir a La Escapada, el bar de enfrente, que no se encuentra ahí en la realidad, pues allí hay una residencia de ancianos.

Nos pasábamos el día bailando con ‘Un paso adelante’

La prestigiosa Escuela de Artes Escénicas de Carmen Arranz (Lola Herrera) en ‘Un paso adelante’ (2002-2005) forma parte de las fachadas que nos podemos encontrar en el Matadero de Madrid. Allí solo 20 jóvenes tenían el privilegio de poder estudiar ante unas duras pruebas de acceso. Si afinas la oreja, puedes llegar a escuchar aquello de “Uno, Due, Tre, Quattro”, e imaginar a Pedro (Pablo Puyol), Silvia (Mónica Cruz), Lola (Beatriz Luengo) o al chulesco Róber (Miguel Ángel Muñoz) desbordando talento mientras bailan. El Matadero tenía algunas naves abandonadas y hoy en día sirve para diferentes actividades de tipo cultural. Como en el caso de ‘Ay, Señor, Señor’, también cambiaron los exteriores, por el inicio de las obras en la M-30 y el propio Matadero, aunque se mantuvieron los interiores.

‘Los Serrano’ y sus desayunos familiares en la cocina

Más tarde aparecieron en nuestras vidas ‘Los Serrano’ (2003-2008), quienes cogieron el testigo de ‘Médico de familia’ con tramas de corte familiar. Quién iba a decir que uno más uno serían siete en la vida de Diego (Antonio Resines) y Lucía (Belén Esteban) cuando decidieron casarse e irse a vivir todos juntos a un chalet. Los tres hijos de él, Marcos (Fran Perea), Guille (Víctor Elías) y Curro (Jorge Jurado), y las dos hijas de ella, Eva (Verónica Sánchez) y Teté (Natalia Sánchez).

Recuperaron esos desayunos, comidas y cenas familiares en la cocina donde trataban de arreglar el mundo, y donde también se sumaban el rústico hermano gruñón de Diego, Santi (Jesús Bonilla), la abuela Carmen (Julia Gutiérrez-Caba) o “mayormente” Fiti (Antonio Molero), el mejor amigo de Diego. El exterior de la casa, que aparecía discretamente en la serie y casi nunca se apreció en su plenitud, se encuentra en la calle de la Ribera del Manzanares de Madrid.

Cuando priman los exteriores: ‘Sin tetas no hay paraíso’

Como colofón a este repaso nostálgico, y dado que ya han pasado 10 años desde que acabó la serie, hemos salido del metro Alto de Extremadura de Madrid para revisar los lugares por los que pasaron Cata (Amaia Salamanca) y el Duque (Miguel Ángel Silvestre) en ‘Sin tetas no hay paraíso’ (2008-2009).

Con esta serie y otras de mediados de la década de los 2000 empezaron a primar los exteriores en las tramas y los interiores naturales y reales, como la mansión o posterior loft del Duque, frente a los decorados tradicionales de series de los 90. Tuvo tanta fuerza y repercusión esta serie que hubo lugares que terminaron siendo icónicos por la fuerza dramática de las tramas que allí sucedían. El famoso puente situado en la calle Federico Mayo de Madrid, donde lo mismo podíamos ver al Duque decir “te quito la vida” como abrazar y acaramelarse con Catalina dando pie a las tribulaciones del amor. Porque ¿quién no se ha enamorado alguna vez del chico malo? Rafael Duque era uno de los mayores narcotraficantes del país, bien relacionado con los capos colombianos, y siempre escurridizo para el maniático inspector Torres (Armando del Río), que acrecentaba su trastorno obsesivo-compulsivo al no dar con él.

Pero Cata se desahogaba con sus amigas Cris (Thaïs Blume), Vane (Xenia Tostado) y Paula (Iris Lezcano) en el bar que regentaba esta última, ubicado en la calle Sagrados Corazones de Madrid. Influenciadas por la explosiva Jessi (María Castro), una mujer sin escrúpulos, fría y calculadora, coquetearon con el mundo de las drogas y su círculo, acercándose a la prostitución. Sin embargo, al final venció el amor entre los protagonistas.

Parece que no ha pasado el tiempo. Allí siguen la mayoría de los lugares como monumentos televisivos que todavía hoy siguen recibiendo la visita de curiosos y fans, que por un momento esperan ver salir o entrar a sus personajes favoritos. Pero lógicamente no sucede. Solo hay personas anónimas, aunque ya acostumbradas a estas visitas esporádicas que se producen con todo cariño por tantas alegrías, emociones y horas de entretenimiento que nos dieron cada uno de sus protagonistas y con los que en mayor o menor escala nos sentimos identificados.

Imágenes y montajes | Borja Beriain

/ / / / /
Subir