Verónica Zumalacárregui ha cambiado el pasaporte por la videollamada en un programa especial de ‘Me voy a comer el mundo’ que se estrena este viernes (1 de mayo) en Canal Cocina a las 21h. En ellos, personas de los cinco continentes explicarán al espectador cómo lidiar con la cocina en esta situación de confinamiento.
‘Me voy a comer el mundo: especial COVID-19′. Este es el nombre de la nueva serie de programas dedicados a la cocina en tiempos del coronavirus. El espectador podrá viajar por diferentes países del mundo como China, Italia, Estados Unidos, Jordania, Brasil, Marruecos, Australia y España para ver qué cocinan, qué comen y cómo llenan su nevera, además de conocer cuáles están siendo los platos estrella durante la cuarentena.
Las cocinas de todo el mundo se abren en cuarentena en Canal Cocina
Hemos tenido la oportunidad de hablar con Verónica Zumalacárregui, presentadora de ‘Me voy a comer el mundo’, y esto es lo que nos ha contado.
¿Ha cambiado el coronavirus nuestra forma de cocinar? Cuando volvamos a la normalidad, ¿crees que habremos sufrido una evolución en la misma?
El confinamiento nos está invitando a cocinar mucho más. Esto es algo generalizado según lo que hemos podido ver gracias a la grabación de este especial. Ha habido novedades, no obstante. Por un lado, hemos vuelto a la cocina tradicional, a esos platos de cuchara, paellas, cocidos, lentejas… un poco más elaborados que, antes del confinamiento, solíamos tomar más cuando íbamos a casa de nuestros padres. Por otro, si almorzábamos o cenábamos fuera, podíamos probar platos un poco más raros o exóticos como el sushi, o la comida china o peruana. Ahora, nos hemos lanzado a hacerlos nosotros en casa, impulsando nuestra creatividad cuando hacemos la compra.
Cuando regresemos a la «nueva normalidad», esta seguirá sin ser como era antes del coronavirus. Los restaurantes no podrán llenarse, por ejemplo. El confinamiento va a dejar su poso y, mejor que salir a cenar fuera, nos pondremos a elaborar platos para familiares y amigos para poder quedarnos en casa. Y al realizar recetas con las que nunca nos habíamos atrevido…, ¿quién sabe? Quizás le despierte a uno su lado más foodie y siga ahondando en ello una vez se termine el confinamiento.
¿Cómo puede ayudar la cocina a disminuir nuestros niveles de ansiedad y estrés?
La cocina se está convirtiendo en un refugio personal y en el salvavidas de muchos de nosotros durante la cuarentena. Supone una buena forma de evadirnos. Los que viven solos hallan en ella una manera de regalarse caprichos en forma de dulces, por ejemplo. El resto puede cocinar para las personas que conviven con nosotros durante la cuarentena. Un lugar de evasión en el que, además, explotamos nuestra creatividad: mientras unos pintan, otros hacen su primer bizcocho o se aventuran a elaborar un plato que nunca antes habían cocinado.
¿Cuáles son los productos que se han agotado en las diferentes ciudades que habéis visitado? ¿Hay alguno que se salga de lo normal?
La constante de varios países que hemos asistido virtualmente para mostrar al mundo su cocina es la repostería. Por irnos a lo más lejano, en Australia, donde el confinamiento es mucho menos severo que en España, las baldas de harina y azúcar estaban vacías. Y en Nueva York un paquete diminuto de levadura llegaba a costar dos dólares. Si nos alejamos de lo estrictamente alimentario, el papel higiénico no ha escaseado solo en España, sino en el resto del mundo también. Me llamó la atención que en Estados Unidos, por ejemplo, lo que más escaseaba era la lejía.
¿Por qué la elaboración de repostería ha triunfado tanto en esta cuarentena?
Creo que es porque los dulces, los pasteles, conectan con nuestro yo de la infancia. En este sentido, ha aumentado mucho el consumo de las típicas galletas María que comíamos de pequeños. En estos momentos, en los que estamos más vulnerables, los dulces nos retrotraen a esa época de nuestra vida. Otra de las razones sería que la repostería la usamos como capricho y premio que nos autorregalamos. Hay veces en que los dulces solo los comemos en ocasiones especiales: cuando pedimos postre en un restaurante, o cuando recibimos la tarta de cumpleaños. El chocolate y los bizcochos son premios que nos merecemos por estar tantos días encerrados en casa sin poder hacer una vida normal.
Cuéntanos algo que te haya sorprendido de las historias que nos vais a contar
Algo curioso y que no he visto en otros países: en Salerno, Nápoles, han prohibido el reparto de pizza durante el confinamiento, ya que, por norma general, provoca un enorme tráfico. Y en Nueva York las colas de espera para entrar en un supermercado pueden alcanzar las dos horas
¿Qué dicen nuestras neveras de nosotros?
Llevo ya un tiempo viajando alrededor de todo el mundo con el programa, mirando las neveras de los hogares de familias de distinto tipo. Es algo que hago siempre, sin excepción, sobre todo con personas locales que hablan español. Lo hago porque, de un simple vistazo, un frigorífico puede revelar mucho acerca de una persona: cuál es su religión, al no tener carne de cerdo; si nos encontramos en un país que es más vegetariano; si en la nevera abunda más el producto fresco o como pasa en los Estados Unidos, se tiende a almacenar más fast-food; si la nevera está más o menos llena… Por ejemplo, en Hong Kong, suelen estar bastante vacías, ya que los pisos, al ser muy pequeños, apenas dan opción a que se cocine en casa. Por el contrario, recuerdo un caso especial en Dubái en el que una mujer alimentaba a su marido y a sus seis hijos y, para ello, disponía de dos congeladores industriales repletos de especias, carnes, pescado, para hacer todo tipo de platos.
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¿Qué no falta en la nevera de Verónica Zumalacárregui en estos tiempos?
Yo me paso la vida viajando y mi nevera no suele estar muy llena, por lo general, pero siempre hay cosas a las que acudo. Durante la cuarentena, he recurrido mucho a los dulces, porque soy una persona muy golosa. Suelo satisfacer a mi ‘monstruo de las galletas’ cuando salgo a comer a un restaurante e intento no tener en casa mucho dulce más allá de una tableta de chocolate que, eso sí, es imperdonable. Así que me ha dado por cocinar todo tipo de bizcochos, galletas… aunque han sido recetas un poco fallidas. He intentado tirar por lo sano y el resultado no ha sido, digámoslo así, muy apetecible (risas).
¿Cual es el propósito principal que queréis lograr con la elaboración de este especial?
Extrapolar la esencia de ‘Me voy a comer el mundo’ a esta situación tan inusual. Mostrar cómo están viviendo el confinamiento, a través de la cocina, distintos lugares de los cinco continentes del mundo. Creemos haber logrado un retrato fiel de cómo estamos recurriendo a la cocina en esta situación tan insólita.
Imágenes | AMC Networks