Lo que estamos aprendiendo de ‘Snatch’ (la serie) que no estaba en ‘Snatch’ (la peli)

/ 19 noviembre, 2018

Snatch’ no se andaba con tonterías. Era violenta, era soez, la sangre vaporizada se entremezclaba con el sudor de cuerpos y el humo de drogas varias. Ya entonces logró convertirse en una especie de adaptación comercial de las historias del hampa. Funcionó, vaya que sí, logrando un estatus de culto.

Y solo era la segunda producción de un tal Guy Ritchie, esposo por entonces de Madonna y demasiado preocupado en trasladar su voracidad estética videoclipera a la gran pantalla. Su éxito fue contundente y, como ha sucedido con el “plata o plomo” popularizado en ‘Narcos’, en poco tiempo los jóvenes británicos se vieron imitando el acento cerrado de Mickey, interpretado por Brad Pitt en calidad de gitano con el que mejor no juntarse.

Amor y odio a partes iguales en la segunda temporada de ‘Snatch’

Leer artículo relacionado

Hasta que saltó del cine a la televisión. Algo que hemos podido ver en otras producciones como ‘Fargo’ o ‘Hannibal’. Una especie de deuda saldada, porque su estilo siempre perteneció a la TV.  Y su comienzo no pudo ser más prometedor: camaradería y mucho negocio sucio entre tipos de bajos fondos pero altas ambiciones. Ahora, por fin, podemos disfrutar de sus dos temporadas completas a la carta en Orange Series. El mejor momento para revisar esta nueva propuesta con reparto lleno de rostros españoles. Y no cualquier rostro.

Los diamantes son (y salen) caros

Si algo aprendieron los Hill, la familia protagonista, es que los camiones llenos de oro no llueven de los árboles. O sí, pero tienen dueño. Así comenzaba una serie que, ya desde el primer momento, tenía claro que no pensaba tomarse muy en serio, sino hacer pasar semana a semana un rato agradable entre el público.

El legado de Quentin Tarantino conectado con el slapstick del género y el mismo manejo de cámara y tempo narrativo totalmente esquizoide. La serie viró aún más hacia la comercialidad y el tono juvenil. Sigue habiendo cerdos y diamantes, pero también trap, futbolistas, modelos con lencería de encaje y mucho chiste tonto.

No todos son villanos

Uno de los aciertos de la serie fue pasar de la pandilla de colegas juntos por necesidad a la familia pura y dura. La sangre une, aunque el apellido no siempre es el vínculo más importante cuando la necesidad apremia. Y en una serie de gánsteres ya sabes que vas a encontrar traición por cada rincón.

Otro buen aprendizaje que podemos extraer de la serie y ese sentido de la famiglia lo encontramos en el carisma de los personajes.

No encontramo a Benicio del Toro, al veterano Alan Ford, al rudo Jason Statham o a secundarios maravillosos como Stephen Graham y Jason Flemyng. Pero los actores de la serie ‘Snatch’ demuestran que tienen límites, que su brújula moral está en su sitio y cada uno posee alguna debilidad que los hace más humanos. Un buen contrapunto contra el desapego y el tono humorístico.

En otras palabras, todas esas escenas de colores saturados y persecuciones callejeras a ritmo de rock no son lo único que importa: la serie es más ‘limpia’ que su homónima cinematográfica, pero también más tierna en su tratamiento del drama y las relaciones personales. Para bien o para mal.

Y si has visto algún episodio de la primera temporada, ya lo recordarás: el ex-Potter Rupert Grint (en el papel de Albert Hill) y el carismático Luke Pasqualino (Charlie Cavendish) se dedicaron a estafar todo lo que pudieron. La peligrosa Phoebe Dynevor (Lotti Mott) era pólvora de la que mejor mantenerse alejado. La matriarca Lily Hill aguantó carros y carretas mientras que el inspector Bob Fink y criminales como Harry ‘Hate ‘Em’ le dieron a la serie un carácter (más aún) de cómic pulp.

Hasta que el cerco se fue estrechando y la familia se vio arrinconada por un grupo que los superaba en recursos y virulencia. Tocaba huir lejos, montarse en barco y salir de la ciudad por un tiempo.

Duelo en la Costa del Sol

Úrsula Corberó, en la presentación de ‘Snatch 2’ en un acto organizado por Orange Series.

Y si la primera temporada pisaba el acelerador en las calles londinenses, la segunda entrega aterrizó en la Costa del Sol, en San Toledo, para ser más exactos, pueblo ficticio donde transcurre la acción —el rodaje se llevó a cabo entre Málaga y Marbella—. Los Hill esperaba así huir de sus perseguidores y asentarse durante un buen tiempo en zona segura, gozando de una vida palaciega y un barco lleno de billetes. Claro, no contaban con cómo nos las gastamos aquí.

El tira y afloja de los gánsteres ingleses se dio de bruces con Ortega (Tristán Ulloa) que no piensa ceder terreno de sus negocios y una tal Inés (Úrsula Corberó) de armas tomar.

Tal vez los Hill tengan un camión lleno de oro, pero Ortega es el alcalde de la ciudad y no piensa ceder sus fueros. El choque de trenes sirve de motor para acelerar la comedia y el descacharre. Una batidora de clichés que dan un montón de juego y donde nuestros dos actores españoles se mueven como peces en el agua.

Porque la idea no es llevar esta historia por una vía realista, sino propiciar la comedia, esas situaciones absurdas más propias de un ‘Grand Theft Auto’ que de un relato de gánsteres. No en vano, la serie ‘Snatch’ es lo más parecido a ‘Just Cause’ en el mundo del videojuego. Es decir: al final solo importa cómo te lo pasas por el camino, no tanto hacia dónde vas.

Imágenes | ‘Snatch’ y Orange

/ / /
Subir