En 1998 hubo un actor español que lo ocupaba todo, desde las portadas de las carpetas escolares hasta las parrillas del cine y la televisión patria. Algunos ya sabrán de quién estamos hablando: Eduardo Noriega.
Pero Noriega es mucho más que su sombra nacional. Pronto desembarcó en costas internacionales y siguió trabajando a velocidad de crucero. Para quien se pregunte ese clásico “¿y qué ha sido de él?”, aquí van un par de datos: ha participado en más de 50 producciones cinematográficas y se ha dejado ver en 7 series. La más actual es ‘Inés del alma mía’, la adaptación de la novela de Isabel Allende que tan buenos resultados está cosechando.
Y ahora se ha dejado ver por ‘Los Felices Veinte’, donde un cántabro ha entrevistado a otro y se ha convertido en el segundo Eduardo en aterrizar al late night más irreverente de la televisión actual. Qué mejor momento para repasar su trayectoria.
Un recién llegado a Madrid
Natural de Santander, de padre mexicano y madre española, formado en solfeo y leyes, de niño quería ser futbolista, pero al final dejó Derecho por amor al arte y se plantó en la nerviosa Madrid de 1990 con el firme objetivo de convertirse en actor. Allí fue donde conoció a un novel Alejandro Amenábar, con quien tiempo después acabaría conformando una de las producciones más interesantes de aquellos años. Entretanto, por entonces se gana el pan vendiendo enciclopedias a puerta fría.
No obstante, el catalizador hacia el éxito fue otro. Fue, de hecho, a través de ‘Historias del Kronen’, la mítica cinta de Montxo Armendáriz sobre los bajos fondos que tantas cejas arqueó en su día y que el tiempo pondría en su lugar. En esta producción Noriega era poco más que un figurante, un camorrista sin texto ni pretexto.
Pero al año siguiente llegaría el gran debut. Tras un puñado de cortos (a destacar ‘Luna’, también con Amenábar), en diciembre de 1996 se estrenaría ‘Tesis’, una película nada navideña que coqueteaba con el audiovisual más oscuro y perverso a través de un estudio académico sobre la violencia audiovisual.
Realidad y ficción se mezclaban en una cinta copada de galardones (hasta siete Goyas) donde Eduardo asumió el papel del tímido Bosco Herranz. Su mirada y apetito gore se clavará en las retinas de toda una generación, pero también en las agendas de los directores de casting de todo el país. En la pequeña pantalla, por cierto, los espectadores de Telemadrid pudieron verlo haciendo un papel menor en ‘Colegio Mayor’.
Los años dulces
Después vendría ‘Más allá del jardín’ y ‘Abre los ojos’, el nuevo e incontestable éxito de Amenábar. Absoluto protagonista, en esta película de vida y sueño Noriega demostró ser mucho más que una cara bonita —se bromea, literalmente, con ello—. Mientras en Estados Unidos cerraban el contrato con Tom Cruise para adaptar este éxito de taquilla (‘Vanilla Sky’, se acabaría llamando), en España Noriega firmaba otro papel protagonista para ‘Cha-cha-chá’, donde se batía en un duelo de dandies con Jorge Sanz.
El nuevo siglo le llevaría por nuevos puertos: en la argentina ‘Plata Quemada’ de Marcelo Piñeyro, junto a Leonardo Sbaraglia y Pablo Echarri y en ‘El espinazo del Diablo’ (2001), el prodigioso thriller de Guillermo del Toro donde Noriega sería el portero que guarda los secretos del oscuro orfanato. Al año siguiente dejaría el fantástico por la cinta bélica ‘Guerreros’.
De la guerra visual partía a Francia para rodar las cintas dramáticas ‘NOVO’, ‘Las manos vacías’ y ‘Souli’. Absoluto protagonista, su periplo francés se saldó con un retorno por todo lo alto. Nos referimos a ‘El Lobo’, la gran producción de Miguel Courtois inspirada en la historia de Mikel Lejarza, aquel policía secreta que logró infiltrarse en las filas de Euskadi Ta Askatasuna (ETA) cuando más tensa era la batalla contra el Estado. Su interpretación le valió su segunda nominación al Goya a mejor protagonista masculino.
Aquellos años dulces se saldaron con otro puñado de excelentes producciones: ‘El método’ (2005), donde repetiría junto al director Marcelo Piñeyro y a la actriz Najwa Nimri; en el biopic de Ernesto ‘Che’ Guevara (2005) dirigido por Josh Evans, y en ‘Alatriste’ (2006), la adaptación del bestseller literario protagonizado por Viggo Mortensen.
De Madrid al cielo
Con semejante bagaje y la experiencia de haber participado ya en varios rodajes internacionales se embarcó en películas tan interesantes como la ‘Transsiberian’ de Brad Anderson, inmediatamente después de haber triunfado en el drama de Vicente Aranda ‘Lolita’s Club’ (2007), basada en la novela homónima de Juan Marsé.
Trabajo no le faltaba a este soltero de oro, que en 2011 se casaría con Trinidad Oteros, a la que conoció en el aeropuertos de Barajas esperando su vuelo. En 2010 se vestiría de médico en ‘El mal ajeno’ y ‘Agnosia’.
La crítica, por entonces, decía que Noriega nos daba una de cal y una de arena, que lustraba las alfombras rojas, pero entorpecía los rodajes. Impostado o no, siguió haciendo oficio en Estados Unidos en ‘El último desafío’, junto a Arnold Schwarzenegger, y en ‘Sweetwater’, al lado del sheriff Ed Harris.
Sin olvidar su cronología televisiva, media España vería su retorno en ‘La sonata del silencio’ (2016), interpretando al patriarca de la familia Figueroa y, tres años después, en ‘Hache’, la producción para Netflix con dos temporada donde Noriega da rienda suelta a su olfato de sabueso.
Entretanto ha viajado y no poco: hasta México para rodar ‘La marca del demonio’, parte del periplo terrorífico del director Diego Cohen, a la República Dominicana para finalizar la íntima producción de David Maler ‘La Boya’ y de vuelta a Francia para ‘Los traductores’, una notable obra coral con rostros como Lambert Wilson u Olga Kurylenko donde un grupo de traductores son encerrados en un búnker para traducir en tiempo récord un bestseller. Buena forma de evitar los spoilers. Noriega, por supuesto, es el traductor español.
Eduardo Noriega en ‘Los Felices Veinte’
De monaguillo hasta presentar la segunda temporada de ‘Hache’, donde asume el papel de un policía frustrado y honesto, su paso por ‘Los Felices Veinte’ está lleno de hallazgos y pequeñas perlas de conocimiento. No te pierdas estos 40 minutos de conversación íntima y chistes locos.
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