La evolución del cine sonoro o cómo Hollywood conquistó la música y el diálogo

/ 19 septiembre, 2022

Por Jaime Ramos

Hoy lo damos por supuesto, pero hubo una época en la que una película era una sucesión de imágenes mudas. Después, el sonido lo cambió todo.  

La integración entre sonido e imagen resultó un proceso complejo, no solo desde el punto de vista técnico, sino también artístico. Aunque esa ‘desincronización’ histórica, nunca mejor dicho, no se considera hoy como algo negativo. Contribuyó a que el cine madurara como género artístico. Y es que no hace falta sonido para escuchar los gritos desesperados de ‘El chico’ (1921) pidiendo a su padre adoptivo Charles Chaplin que lo rescate.

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¿Cuándo nació el cine sonoro?

La idea del cine sonoro surgió casi a la par que aquellos obreros que salían de la fábrica. Es decir, de la invención del propio cinematógrafo por los hermanos Lumiere en 1895. Años antes del estreno de esa primera demostración, los inventores Eadweard Muybridge,  William Kennedy Laurie Dickson y Thomas Edison comenzaron a trabajar en una serie de patentes que culminaron con un aparato, el kinetófono

Sin embargo, el éxito del cine mudo apagó estos primeros intentos de unificar sonido e imagen. Habría que esperar casi tres décadas para su eclosión definitiva.

‘El cantante de jazz’

Con apenas dos minutos de diálogo, ‘El cantante de jazz’ se considera la primera película sonora de la historia. Ahora bien, si nos ponemos académicos, la cosa no es tan sencilla. Se estrenó en 1927 y su triunfo se convirtió en el detonante para que las majors invirtieran en el sonoro.  


En realidad, solo parte del metraje de ‘El cantante de jazz’ fue rodado con sonido y diálogos sincronizados con el sistema Vitaphone de Warner Bros., que se vería pronto superado. De hecho, antes se había probado con éxito en la película ‘Don Juan’, integrando sonido, pero no diálogo. A ‘El cantante de Jazz’ también precedieron reestrenos de películas como ‘El séptimo cielo’ y filmes grabados con otros sistemas como Movietonie, del que se vale ‘Amanecer’.

Como dicen los ingleses, ‘money talks’. La recaudación de ‘El cantante de jazz’ demostró que había un filón sonoro. Había llegado el momento de explotarlo a base de comedias musicales.

Cómo se hacían las primeras películas sonoras

A mediados de los años veinte hubo intentos para que la música de pianolas y gramófonos se integrase de diversos modos en las películas. El problema era dar con un modo de sincronización electrónico fiable que propiciara, no solo la amplificación, sino la grabación de sonido e imagen, todo en uno. 

Tras el estreno de ‘El cantante de jazz’, se siguió explotando el mencionado sistema Vitaphone con películas como ‘Lights of New York’ (la primera con los diálogos grabados por completo). Sin embargo, el gran giro técnico vendría con el sistema Photophone.


Este permitió grabar de forma fotográfica el sonido, a través de la impresión de líneas minúsculas con una técnica de ‘área variable’. La innovación fue la clave para perpetuar el cine sonoro y, de paso, para aupar a la nueva RKO Pictures.

Tras ello, el cine sonoro aceleró su impulso nutriéndose de estrellas del teatro musical como el mismo protagonista de ‘El cantante de jazz’, Al Jolson, y los Hermanos Marx. También Walt Disney lo aplicó a la animación en el primer corto de Mickey Mouse, ‘Steamboat Willie’ (1928).

El primer sonoro forjó nuevas estrellas, como la Joan Crawford de ‘Vírgenes modernas’. Sin embargo, también forzó a la decadencia a los defensores más acérrimos del cine mudo. Charles Chaplin, por fortuna, asumió su particular proceso de adaptación, como vemos y oímos en ‘Luces de la ciudad’, ‘Tiempos modernos’ y ‘El gran dictador’.

El cine sonoro en España

Dirigida por Florián Rey, el título del primer largometraje sonoro en España no tiene desperdicio. ‘Futbol, amor y toros’ se estrenó en 1929 y marca el giro trascendental que dio la industria nacional, ejemplificada con mayor poso en ‘La aldea maldita’. De este último filme se llegaron a regrabar escenas con diálogos que habían sido ideadas como mudas.

Pocos años después llegaron títulos como ‘La verbena de la Paloma’, ‘Nobleza baturra’ y ‘Morena Clara’. Lo que en Hollywood (Estados Unidos) fue la comedia musical, en España fue una oportunidad de oro para los géneros musicales más patrios.

Un nuevo lenguaje, un nuevo Hollywood

El advenimiento del sonido lo cambió todo. Influyó en todos los departamentos, interpretación incluida, con una evolución del star-system hollywoodiense. Que se lo pregunten a Norma Desmond, protagonista de ‘El Crepúsculo de los dioses’ (1950).

Guionista y director contaban con nuevas herramientas más allá de la imagen con la que transmitir información a través de diálogos, narración en ‘off’, información sonora fuera de plano, y un largo etcétera.


Y, por supuesto, la revolución técnica sonora elevó al compositor como el tercer creador presente en la producción, junto a las figuras del guionista y el director. Los primeros empaparon las películas de una magnificencia clásica. El legado de Max Steiner, Alfred Newman y Erich W. Korngold todavía perdura en nuestros días. No hay más que escuchar la partitura de este último para la película ‘Abismo de pasión’ (1942) para entender cómo influyó en John Williams.

Pese a la grandeza del cine mudo (o intentos bohemios como el ‘Dogma’), imagen y sonido forman un matrimonio perfecto, ejemplificado por la anécdota entre Alfred Hitchcock y el compositor David Raskin. En la película ‘Náufragos’ (1944), Hitchcock prescindió de la música porque cree que el público no entendería de dónde viene en mitad del océano. Esta fue la genial réplica Raskin: “Que el señor Hitchcock explique de dónde viene la imagen y le diré de dónde viene la música”. 

Imágenes | Warner Bros., Wikimedia.commons/Unnamed photographer for Vitaphone / ATT

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