Ya sabéis que somos devotos de ‘Vikings’ —hay redactores que la prefieren a ‘Juego de tronos’—. Pero ¿conocéis ‘Los Tudor’, la primera gran producción de Michael Hirst, padre de la ficción vikinga? Sobre ‘Vikings’, hemos dedicado espacio a relatar la vida de sus mujeres protagonistas, al magnífico protagonista Travis Fimmel, la vida secreta de Floki y la historia real tras Ivar el Deshuesado. Ahora llega el momento de centrarnos en otra gran serie.
Hirst, productor, guionista y veterano showrunner, pasó cuatro años de su vida volcado en la producción de Showtime. Un encargo que convirtió las aventuras y desventuras del rey Enrique VIII de Inglaterra en la telenovela más lujuriosa de la década. Y es que la vida de un monarca con seis matrimonios, peleado con la Iglesia y la realeza de media Europa —y aun así ser capaz de gobernar durante 38 años— merece ser narrada.
Su combinación de rigurosa base histórica y apetito por el espectáculo ha marcado la pauta de este modus operandi predominante en ‘Vikings’. En Orange Series puedes ver ‘Los Tudor’ al completo, en la máxima calidad disponible. Nosotros lo hemos hecho. Y ya sabemos por qué Hirst es considerado uno de los mejores creativos televisivos del momento. ‘Los Tudor’ te enganchan y no te sueltan hasta que devoras cada una de sus cuatro temporadas.
Actores y actrices
En una obra coral como son ‘Los Tudor’, los actores son el sustento principal. Hagamos un quién es quién:
Jonathan Rhys‑Meyers, modelo para Hugo Boss y cantante
Si estás siguiendo ‘Vikings’, lo habrás visto interpretando a Heahmund, esa especie de némesis de Ivar que lo pone contra las cuerdas, un clérigo de más espada que Biblia. En esta ficción interpreta al mismísimo rey. Un protagonismo absoluto que le ha valido tres nominaciones a los Emmy.
Henry Cavill, el Superman moderno
Cavill, uno de los actores británicos más atractivos de nuestro tiempo, interpreta en ‘Los Tudor’ a Charles Brandon, primer duque de Suffolk, un noble y militar inglés con suficiente poder pecuniario para cambiar las tornas de algunas batallas.
Natalie Dormer, Margaery Tyrell en ‘Juego de Tronos’
Asume aquí el papel de Ana Bolena. Es decir, la joven que le robó el corazón a un rey que deseaba divorciarse de Catalina de Aragón costase lo que costase.
Sarah Bolger, talento joven dublinés
Interpreta el papel de la princesa María Tudor, quien más tarde sería la tercera reina en acceder al trono inglés, concretamente en 1553, después de Matilde de Inglaterra.
Maria Doyle Kennedy, más talento made in Ireland
Con una amplísima carrera, toma el rol de Catalina de Aragón. En la vida real, la diferencia de edad no era tan acusada como la serie pretende remarcar, pero si algo queda claro es que Catalina nunca tuvo la vida deseada. Prometida con apenas tres años con el príncipe Arturo de Inglaterra —quien murió a los cinco meses de llevar a cabo el matrimonio—, Catalina fue una mujer valiente, feminista volcada en las artes y mecenas del Renacentismo.
James Frain, recuerdos vampíricos
Representa al culto Thomas Cromwell, abogado y I conde de Essex. Habrá quien lo recuerde por su papel como el vampiro Franklin Mott en la tercera temporada de ‘True Blood ‘y su rol como el jefe magistrado Gérard de Villefort en ‘El conde de Montecristo’. Un rostro literario, en cualquier caso.
Sam Neill, el popular paleontólogo de ‘Jurassic Park’
También hizo de torturado marido en ‘La Posesión’ de Andrzej Zulawski. En ‘Los Tudor’ interpreta durante la primera temporada al cardenal Wolsey. Su papel, como ya pudimos ver en la primera temporada de ‘Peaky Blinders’, es pequeño pero cardinal para entender el devenir histórico del rey Enrique VIII.
Tamzin Claire Merchant, la Daenerys que no fue
Esta actriz inglesa interpreta a Catherine Howard, quinta esposa de Enrique VIII. Por cierto, un detalle para fans: al comienzo de ‘Juego de Tronos’, Tamzin iba a ser oficialmente la actriz que asumiera el papel de Daenerys Targaryen, pero tras superar todos los castings finalmente salió de la producción y ese papel recayó sobre Emilia Clarke.
Opulencia y magisterio
Aunque ‘Los Tudor’ no son solo actores de renombre. Cada escena nos regala una caprichosa postal de un tiempo que no vivimos pero deseamos. La serie hace un recorrido magistral en el reinado de un hombre que sube y baja tanto como su poder y salud.
Como rezan los libros de Historia, Enrique VIII quería divorciarse de Catalina de Aragón. Su romance con Ana Bolena tenía un precio: acabar enemistado con el mismísimo papado, que terminó por excomulgarlo por hacer lo que le dio la gana y emparejarse con ella sin un divorcio legal a “los ojos de Dios”.
Las dos primeras temporadas de la serie relatan este descenso, que hirió considerablemente la imagen de su corte, pero que no amedrenta su carácter absolutista y caprichoso hasta lo infantil. El propio Enrique VIII responde ayudando a fundar la Iglesia anglicana, sobre la que se erige como una especie de maestro intelectual. Durante toda su vida se mantuvo como un hombre religioso, atendiendo a su cristianismo. Pero, claro, coronar a un adolescente no es fácil. Mantenerlo en el sendero recto, aún menos.
La tercera temporada demuestra que lo de Enrique VIII fue un reinado un poco desastroso, entregado al corazón, pero no a la estrategia que exige tener sobre los hombros un imperio entero. Un escenario que le sirve al irlandés Jonathan Rhys Meyers para diseñar su propia imagen del monarca y alejarse de otras proyecciones más solemnes —como aquella de Charlton Heston—.
La serie crece en intimismos y se concede relatar desde una distancia cada vez más corta. Sí, irán apareciendo más parejas, más palacios y más dramatismo, pero el núcleo de esta historia seguirá situándose en su líder caprichoso y las visicitudes a las que tendrá que hacer frente. La cuarta temporada, por contra, se construye en tres bloques, arriesgando en exceso, cambiando el tono y la fórmula y pasando de gustar de forma unánime a ser considerada la peor de todas, según la prensa crítica.
Parece que Michael Hirst no sabía muy bien cómo abordar este final en una sola temporada y quedan algunos flecos sin cerrar, pero en líneas generales los trabajos actorales son más firmes que nunca y las iras reprimidas de algunos personajes culminan en sangrías terribles. No en vano la hija de Catalina, María Tudor, acabaría apodada como ‘Bloody Mary’ por las masacres que provocó entre los protestantes.
En suma, ‘Los Tudor’ se han transformado en clásico televisivo por mérito propio. No es una telenovela al uso, ni mucho menos. Merece la pena revisionar este primer acercamiento televisivo del maestro Hirst, que igual te arranca una lágrima con injustas ejecuciones que te hace implorar “muerte al rey” por su personalidad arrebatada.
Imágenes | Wikipedia, Showtime