Por qué ‘Glass’ es el colofón perfecto a una de las mejores sagas de superhéroes

/ 10 mayo, 2019

Este 22 de mayo aterriza en Orange TV ‘Glass’, el final de una trilogía iniciada hace 18 años con ‘El Protegido’ y continuada con ‘Múltiple’. ¿Y qué es ‘Glass’? Uno de los ejercicios cinematográficos más importantes de este siglo. Una matrioska que utiliza el género superheroico más típico de ‘X-men’ para construir un relato familiar, una cinta de terror con asesino en serie, una buddy movie a ratos o un drama carcelario.

Huelga decir que este artículo contiene spoilers. No muchos, pero suficientes para destriparte momentos clave. En tus manos está leerlos, pero no dejes pasar la oportunidad que nos brinda la plataforma para ver no solo ‘Glass’, sino toda la trilogía. Y eso que el final ha dejado tibio a casi todo el mundo. 

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No podemos decir por qué, pero sí podemos afirmar que el final de ‘Glass’ decepcionó, enfadó o simplemente no contentó a mucha gente. Y no porque no sea colosal, o ruidoso, en términos de resonancia argumental. Lo que se supone un final es un comienzo. Uno que invita a salir corriendo y preguntarle al director «oiga, ¿y cuándo dices que vas a hacer más pelis de esto». Shyamalan, con su particular sentido del humor, te responderá que te relajes.

Pero es que ‘Glass’ es la brevísima conclusión de un arco donde tres personajes chocan, y donde sus muletillas conceptuales conectan y recogen las piezas de una ciudad destruida para abrir de par en par un nuevo mundo. Nada más. Entretanto, justo ahí, yacen las respuestas para lo que muchos han venido a definir como el colofón perfecto a una de las mejores sagas de superhéroes del cine. Nada más y nada menos.

‘Glass’ también es un cómic

Antes de proseguir hay que tener claras dos conexiones: esta trilogía bebe a morro de la narrativa visual del cómic, y no tanto del lenguaje cinematográfico de otras ‘pelis marvelitas’. Y dos: aún cumpliendo ese precepto, uno de los valores fundamentales de esta trilogía reside en cómo Shyamalan planifica y ejecuta cada escena.

Algo tan poderoso como el nacimiento de Mr. Glass, el personaje de Elijah Price interpretado por un portentoso Samuel L. Jackson —las conexiones con Nick Furia van más allá de algo tan literal como compartir actor, cabe decir—, desata una catarsis de símbolos. Un parto en el cuarto de las escobas, un alumbramiento copado de dolor y llevado a cabo por una dependienta en un espacio de servidumbre, el mismo núcleo al que recluían las malvadas hermanas de Cenicienta.

Un cuarto pequeño duplicado mediante un espejo —también de cristal, claro—. Lo que vemos es el reflejo de personas falsas, de una oscilante cámara a uno y otro lado según le conviene, tras unos créditos —datos ya desfasados— que escupen una intención que no deja de perseguirse hasta el final de la trilogía: esos miles de cómics que no leemos cuentan secretos que no advertimos. Dicho esto, ahora sí, hablemos de este hito cinematográfico.

Qué es ‘Glass’

Pero para saber qué es ‘Glass’, mejor empezar por el principio. Primero llegó ‘El Protegido’, una cinta ‘menor’ a la sombra de un clásico, una película rara con mucha distribución que nos dejó con el rictus desencajado a más de uno.

Situémonos en el marco histórico. Shyamalan venía de firmar tres libretos a cada cual más dispar. La comedia romántica adolescente ‘Alguien como tú’, la cinta familiar ‘Stuart Little’ y uno de los espinazos clave del drama sobrenatural del nuevo siglo, ‘El sexto sentido’. Aquel año alguien dijo en algún periódico que Shyamalan era el mejor director del mundo.

‘El protegido’ habla de un padre de familia a mitad de una separación, uno de esos “nos estamos dando tiempo” que solo hace daño a todas las partes afectadas, en especial al hijo en común. Un padre que sobrevive a un terrible accidente de tren donde nadie más queda vivo. Pero es que este tipo nunca ha sufrido ni un mísero catarro. Tiene algo, un don, una especie de inmortalidad que decide usar para combatir a criminales. Y aquí no cabe código deontológico: morirá quien tenga que morir.

Fundido a negro. Ahora viajamos 17 años en el futuro. 17 años que han pasado por las espaldas de cada uno de nosotros. Entretanto hemos vivido el 11-S, hemos visto la Guerra de Irak en clave telefilme, Juan Pablo II convertido en carne para camisetas, el renacer de ‘Star Wars’, crisis sociales y gobiernos de mercado: de MySpace a Spotify y de la librería de barrio al dominio de Amazon.

Entonces Manoj Nelliyattu Shyamalan anda promocionando una nueva película, tras un lustro de descacharres, donde aún pesan esos Razzies a peor director, guionista e incluso actor de reparto —no olvidemos que, a la manera de su admirado Alfred Hitchcock, Shyamalan realiza cameos en todas sus películas—. Y, para sorpresa de unos pocos adolescentes o no tan adolescentes, esa película, ‘Múltiple’, en clave de cinta de terror psicológico muy a juego con ‘10 Cloverfield Lane’ o ‘Green Room’, posee una conexión. Una nadería, 10 segundos donde el protagonista de ‘El Protegido’, David Dunn interpretado por Bruce Willis, escucha hablar a unas chicas diciendo que los terribles acontecimientos les recuerdan a otro hecho que sacudió la ciudad, 17 años atrás.

El beat musical vuelve a repetir el cierre de ‘El Protegido’, el plano secuencia también, el color de la foto… Todo retrotrae a un momento específico donde un padre de familia hacía de tripas corazón por sacar a su familia y, a ratos, combatir el mal. Quienes entendieron la referencia recorrieron los pasillos de la sala de cine con una euforia contenida que ríete tú de los trescientos agujeros de guión en el Universo Cinematográfico Marvel. Una excitación común con el protagonista: él también quiere vérselas con ese villano.

Con este marco, y ya promocionada como secuela, ‘Glass’ nace para responder al arco del tercer personaje clave: Elijah (Samuel L. Jackson), apodado ‘Míster Cristal’ por sufrir osteogénesis imperfecta, una enfermedad que impide a los huesos alcanzar la densidad ósea adecuada y, por ende, le hace padecer “huesos de cristal”.

La colisión

A un lado tenemos un malo malísimo, una bestia escondida en forma de una de las 24 personalidades de Kevin Wendell Crumb (James McAvoy), un pobre enfermo mental que gime ser esclavo de esta misma fuerza sobrenatural. A otro, su némesis, David Dunn (Bruce Willis). Y en medio, la mente maestra que asegura que los cómics son palabra de Dios, textos en clave donde cientos de autores nos revelan los secretos del mundo. ‘Glass’ necesita ver colisionar ambos mundos, y documentarlo.

‘Glass’ es el colofón a un ejercicio de narratología adelantada y una secuela inesperada pero perfectamente engrasada. Es la perfección formal: a mitad de la cinta, contra cualquier regla marcada, estos tres tipos acaban en un centro psiquiátrico. Aquí los estudian, los evalúan… y los confinan. Porque su enfermedad esconde el secreto del poder que podríamos albergar cada uno de nosotros.

Los acontecimientos viran de un lado a otro para servir a un fin que se escapa de tus planes como espectador. Olvida al héroe sacrificado, olvida al villano que media a la galaxia, olvida a la gran corporación que se sale (o no) con la suya. Hacia el cuarto final, la película mata a sus tres protagonistas. Sin medias tintas, de formas crueles, de hecho. Y no lo hace para dejar espacio en la narración, ese atar cabos por necesidad.

Kevin, David y Elijah son tres seres humanos desbordados, que necesitan conectar con alguien y esos ‘alguienes’ están arriesgando su integridad. Un dolor canalizado en forma de testigo. Tan solo falta que caiga en las manos adecuadas. ‘The true Marvel’ es, además de un perverso dardo, una metáfora: servirá de zona cero para un atentado el cual, a su vez, será difundido para demostrar el poder de los supervillanos.

Una pantalla de humo, en realidad, para construir un plan bastante más audaz y adecuado a una gran mente como la de Elijah. Todos los eventos vividos han sido adecuadamente filmados y difundidos por internet. No hace falta ningún atentado suicida. Y el vídeo más visto de YouTube ahora es una constatación, sin trampa ni cartón, de que estos ‘mutantes’ existen. Siempre han existido.

‘Glass’ encapsula varias teorías del superheroico y les concede una transparencia que oscila del lenguaje médico al legal. Y no hay mejor forma de rendir homenaje al mundo del tebeo. No a través de la pantomima sino siguiendo el canon: tras cada máscara hay un rostro y tras cada traje una persona queriendo decir o hacer algo. Porque al final todo esto siempre fue de humanos viviendo vidas extrahumanas. ¿Quién no querría trascender por encima de las propias reglas que impone nuestra caducidad?

Imágenes | Universal Studios España

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