Lo de este tercer episodio ha sido ‘Juego de Tronos’ en su máxima expresión. Emoción, acción, dolor y terror se mezclaron a partes iguales para convertir ‘La larga noche’ en el episodio más largo de la serie. Y en el más difícil y caro de producir, en televisión.
También, en el más oscuro, en todos los sentidos. Oscuridad en las miradas de esos personajes a punto de enfrentarse a la muerte y en sus expresiones de horror al combatirla. Oscuridad en la pantalla, en una batalla librada en mitad de la noche y del invierno, que forzaba a los espectadores a apagar todas las luces para no perderse un solo detalle.
Porque había mucho en juego en este capítulo. No solo la gran Batalla de Invernalia, para nuestra sorpresa.
Si quieres seguir leyendo, ¡recuerda que la noche es oscura y alberga spoilers!
Y por fin, llegó la batalla
‘Caballero de los Siete Reinos’ giró en torno a una inminente batalla y la abordó desde diferentes prismas: las estrategias, las decisiones a tomar, las conversaciones que mantener antes de (quizás) morir. En ‘La larga noche’ hemos podido comprobar que algunos de esos planes no saldrían bien. Y que algunas palabras serían las últimas. Porque habían subestimado el poder de su enemigo, pese a ser muy conscientes de a lo que se enfrentaban.
Pero ni ellos ni nosotros contábamos con otro poder, esta vez a favor: el del Señor de Luz.
Lo entendemos cuando Melisandre aparece en escena, al poco de arrancar el episodio. En cuanto a la larga mirada que dedicó a Arya, la comprenderíamos hacia el final, en un giro dramático épico.
El fuego, invocado por Melisandre, ilumina las armas de los Dothraki, la primera avanzadilla que corre a enfrentarse en campo abierto al ejército de muertos. Pero cuando las llamas se apagan, a lo lejos, y sospechamos que la mayoría están muertos, empezamos a comprender la magnitud del enfrentamiento y del horror que nos espera. Solo unos caballos regresan y, tras ellos, se abre camino una gran tempestad.
Tras un primer encontronazo con los muertos y muchas bajas (entre ellas, la de Edd), Daenerys decide que ha llegado la hora de sacar la artillería pesada. Pero ni siquiera el fuego de los dragones es suficiente para frenar a la muerte. Son demasiados. Ni a la gran tormenta de nieve que los acompaña. Por eso todos inician la retirada al interior del castillo, escoltados por los Inmaculados.
Drogon y Rhaegal, montados por la pareja Targaryen, se enfrentan a las mismas dificultades desde el aire por culpa de la tormenta. Esta también impide que puedan encender las trincheras. Pero, una vez más, las artes oscuras de Melisandre resultan providenciales.
¿Por qué la misión de Beric era proteger a Arya? ¿Qué otro propósito se cumpliría así?
El poder del Señor de Luz convierte las trincheras en un círculo en llamas que protege la entrada a Invernalia. Puede verse incluso desde el Bosque de Dioses, donde Theon y Bran esperan para ejecutar el plan maestro. Theon aprovecha para redimirse ante Bran. Pero este aplica el mismo razonamiento que con Jaime: era el camino necesario. El que le ha llevado a donde debía estar.
Como a él, que, con su capacidad para ‘cambiar de piel’, vuela en el interior de un cuervo para atraer al Rey de la Noche.
Tampoco esas llamas conseguirán frenar el avance de los caminantes blancos. Hábilmente, sortean la trampa sacrificando a algunos de los suyos y se abren camino. La batalla se traslada entonces a las murallas, que los muertos trepan mientras desde las torres intentan contenerlos. Pronto se ven desbordados y algunos muertos empiezan a penetrar en la fortaleza.
El Rey de la Noche entra en escena
Un tercer jinete aparece en el aire. Es el Rey de la Noche, que, montando a Viserion, observa el avance de su ejército. Su intervención, como veremos, complicará mucho las cosas para los vivos.
Y ya apenas pueden evitar que lleguen al interior de Invernalia. Algunos desde las murallas; otros, ayudados por el gigante zombi, que arranca la puerta de un manotazo y con un movimiento idéntico, aparta a Lyanna Mormont.
Ella y Arya demuestran tener más valentía que el mismísimo Perro. La heroicidad de la pequeña Mormont la lleva a enfrentarse ella sola al gigante. A él le basta la fuerza de una mano para destrozar todos los huesos de la niña. Pero ella no morirá sin antes atestarle un golpe mortal de vidriagón en el ojo y acabar con el enorme zombi.
Arya, por su parte, defiende letalmente las murallas, pero necesitará de la intervención del que será otro de los héroes del capítulo. Beric se sacrifica por ella recibiendo el ataque de los muertos y ayudándola a escapar. Así tenía que ser. Si el el Señor de Luz le resucitó tantas veces fue para cumplir con ese propósito.
Así se lo cuenta Melisandre, en un encuentro trascendental, que suscita muchas dudas y nos encamina al clímax narrativo. ¿Por qué la misión de Beric era proteger a Arya? ¿Qué otro propósito se cumpliría así? ¿Y por qué Arya sale corriendo tras escuchar estas palabras?
– ¿Qué le decimos al Dios de la Muerte?
– Hoy no
Melisandre y Arya /
La acción se traslada al Bosque de Dioses, donde no están preparados para recibir al Rey de la Noche. Viserion ha impedido a sus hermanos llegar hasta Bran para protegerle y Jon y Daenerys han perdido el control. La reina intenta acabar con el Rey de la Noche, pero resulta ser inmune al fuego. Algo que da más peso a la teoría de que el caudillo de los caminantes es tan Targaryen como ella.
Podría ser la razón de que saliera de entre las llamas totalmente ileso. Eso le permite asestar su golpe maestro: convocar a filas a todos los humanos que han caído en la batalla. Y añadir aún más suspense y terror al capítulo. Miles de ojos azules se abren de repente y el horror se extiende por todas partes. Incluso en la cripta: el llamamiento ha interrumpido el descanso eterno de los enterrados allí.
En la superficie, los vivos ya poco pueden hacer para frenar a ese ejército reforzado. Jorah muere defendiendo a una apesumbrada Khaleesi y la vida de muchos de los personajes principales parece pender de un hilo. Ante tanta muerte y destrucción, nos preguntamos si no estaremos, realmente, ante el fin del mundo. Sobre todo cuando el Rey de la Noche está a punto de alcanzar a Bran, después de acabar con Theon, otro que caerá con honor en la batalla.
¿Una profecía cumplida?
Una mirada primero, una conversación después y un increíble giro de los acontecimientos parecen haber revelado uno de los mayores enigmas de la serie: la identidad de Azor Ahai. Ese príncipe prometido que evitaría la llegada de la noche sin fin.
Los muertos ya son imparables y nadie ni nada puede detener al Rey de la Noche, que está a punto de matar a Bran. Solo la intervención de alguien como el protagonista de esa profecía podría cambiar el destino de los hombres.
Y quien aparece es Arya, dejando a todos los fans completamente enloquecidos.
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Tiene sentido. Solo ella podría combinar la valentía, la fuerza, el sigilo (se infiltra entre los muertos como si nada) y el ingenio necesarios para llevar a cabo este plan B. Un golpe de daga de acero valyrio (sí, la que Bran le regaló en ese mismo lugar) basta para reducir al Rey a pequeños fragmentos de cristal y acabar con la magia que hace que los muertos caminen. Todo ha terminado, gracias a Arya.
Y así debía ser, como ya nos contó la serie hace mucho tiempo, cuando Melisandre se cruza con una jovencísima Arya Stark y observa «una gran oscuridad en su interior. Y ojos cerrándose: marrones, verdes y azules». Muchos humanos han perecido pero también esas criaturas de ojos azules y la amenaza de una noche eterna. Las tramas se cierran, las historias se completan y todo huele demasiado a final.
Por eso Melisandre se quita su collar y sale al exterior, al encuentro de su propia muerte. Su papel en esta historia ha llegado a su fin. Y el juego de tronos comienza de nuevo, y lo puedes seguir, como siempre, en Orange TV.
Imágenes | IMDb/Juego de Tronos (1), (2), (3) y (4) © HBO
