Los superhéroes peor tratados por el cine y las series merecen que alguien les cuide

/ 5 diciembre, 2017

Vivimos tiempos convulsos. Tiempos de reescritura y reivindicación. Y, entre tanto, una moda de películas superheróicas que no cesa desde hace dos décadas. Con La Liga de la Justicia aún temblando en la cartelera nos hacemos una pregunta un poco perversa: ¿qué superhéroes han sido maltratados en su transición del honorable papel, del cómic, al audiovisual?

No, no empecemos: ‘Ghost Rider’ merece un respeto. ¡No estaba tan mal! Daredevil comenzó con una terrible película pero Netflix le ha concedido una dignísima serie. ¿Entonces? Es hora de sumergirse en los pozos más hondos.

The Spirit (2008)

Gracias al crédito que le concedió Sin City, Frank Miller quiso volar solo, extender sus alas sin la venia de Robert Rodríguez y Quentin Tarantino —los coautores en Sin City—.

¿En qué resultó? En un terrible despropósito que pisotea el original de Will Eisner. Los superpoderes sin poderes se mucho llevaron mejor en Watchmen, que en su pecado por reverencial al menos logró un mínimo de empatía con el material original. Aquí no se conserva ni el tono ni el tempo. Un despropósito.

Steel, un héroe de acero (1997)

Pongamos a Shaquille O’Neal en una peli de superhéroes, dijo algún audaz inversor. No, nunca. Intentando repetir la jugada de éxito con Michael Jordan en Space Jam, esta película partía como documento interesante sobre una especie de Superman tróspido.

El personaje es herencia del original, John Henry Irons, creado para DC Comics por Louise Simonson y el artista Jon Bogdanove, presente en el número The Adventures of Superman # 500 (junio de 1993). Se trata, efectivamente, de un Superman tróspido sobre la piel del afroamericano John Henry. Está bien, no había mucho donde rascar, pero es que la película es un divertimento sin fundamento ninguno.

Dragon Ball: Evolution (2009)

Dejemos lo americano a un lado para hablar de, glups, una de las peores adaptaciones de toda la historia. Akira Toriyama llora en silencio cuando sabe de esta historia.

Convertir a Goku en un adolescente con problemas no parece muy coherente, pero meterlo dentro de un canon de actores de tercera fila, bajo un guión escrito sin devoción ni amor por el material tebeístico original es bastante cruel. Lo que nos encontramos, además, es ante una cinta dilatada hasta el hartazgo y unos efectos especiales propios de un esmerado estudiante de diseño que quiere ir “probando cosas”. Una verdadera lástima y una oportunidad perdida.

Elektra (2005)

Jennifer Garner se calzó el traje de superheroína para interpretar por segunda vez a esta némesis sensual de Daredevil. El proyecto fílmico no era sino un spin off algo experimental y el resultado estremece a cualquier devoto del material original.

Elektra Natchios, creada por obra y gracia del Frank Miller más inspirado, se vió aquí más desorientada que oriental, menos luchadora e infinitamente más aburrida. Tardaríamos muchos años en volver a ver una Elektra en televisión, por medio de Élodie Yung, una actriz francesa mucho mejor caracterizada de lo que Garner nunca soñó.

Supergirl (1984)

La Supergirl de 1984 es estremecedora. Tenemos un casting de campanillas: Helen Slater, Faye Dunaway y Peter O’Toole interpretan imposibles escritos sin mucha devoción: una paupérrima adaptación que ahora goza, gracias al contrato que CBS logró con DC Comics, de una muy disfrutable serie protagonizada por Melissa Benoist.

Supergirl siempre se ha prestado a interesantes escenas pero nunca ha sido leída con unos mínimos de dignidad. En Smallville, por ejemplo, la actriz Laura Vandervoort hizo lo que pudo con un personaje estereotipado de chica guapa con carencias afectivas. Un personaje que ya aparece en el Volumen 2 de Superman, allá por 1988, con una riqueza de matices que aún nadie se ha esforzado en replicar en lo cinematográfico.

Spawn (1997)

Todd McFarlane creó el que, para servidor, es uno de los superhéroes más sugerentes de todos los tiempos. Tal vez porque su periplo dorado fue vivido en los días de mi infancia y la de muchos, los 90. HBO logró adaptar en animación este oscuro mundo vampírico, pero la televisión nunca fue capaz de hacer lo ídem.

New Line Cinema distribuyó una cosa chusca a caballo entre la estética de El Cuervo—el tema central también es la venganza retornando desde la muerte, a través del espectro de Albert Francis ‘Al’ Simmons—, en boga por aquellos días, bajo una imaginería viciada de tontería militar, de planes malvados y conquistas infantiles. Es como si nunca hubiesen entendido al Spawn original, que tampoco tuvo nunca mayor fin que vengarse de todo y de todos.

Catwoman (2004)

Parece ser que, en lo superheróico, las mujeres han sido siempre peor tratadas. Otra razón de peso para reivindicar una Catwoman digna. Halle Berry se lo tomó con humor y diligencia, trabajó duro pero nunca sufrió por su mala prensa —cuando recogió el Razzie a Peor Actriz del año—.

Los fans nunca le perdonaron la atrocidad pero, visto con retrospectiva, aún peor es el ejercicio de diligencia máxima perpetrado por Anne Hathaway a las órdenes de Christopher Nolan. No fue la única en la historia: Julie Newmar también puso su granito de arena en la serie de televisión del 65 y Maggie Baird apareció en el piloto de Birds of Prey allá por 2002.

Esta antítesis de Batman creada por Bill Finger y Bob Kane —e inspirada parcialmente en la prima segunda de Kane, Ruth Steel— sólo ha sido bien traducida en la inolvidable serie ‘Batman: la serie animada’. Bueno, tal vez, siendo indulgentes, en la Gotham de Camren Bicondova que puedes ver a través de Netflix.

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