Los héroes que Frank Miller creó y que todos le copiaron

/ 8 noviembre, 2017

El padre del noir en sangre y tinta, aclamado responsable de títulos tan míticos como «Sin City» o «300», estará los próximos 10, 11 y 12 de noviembre en el I Heroes Comic Con, salón heredero de Expocómic celebrado en Madrid, más específicamente en el Pabellón 5 de IFEMA–Feria de Madrid.

Qué mejor marco que este para recordarnos dos máximas: Miller siempre fue un pionero, un maldito trasgresor de formas que después continuaron y explotaron hasta la saciedad. Y dos: sus atormentados superhéroes —quizá deberíamos decir antihéroes— han creado una escuela, un tono y discurso narrativo redondeado gracias a las tintas de maestros como David Mazzucchelli o Klaus Janson. Conozcamos en mayor profundidad los héroes más imitados del guionista de Maryland.

Daredevil (1979)

Anécdota conocida por cualquiera, cuando Daredevil cayó en manos de Miller, éste tenía apenas 22 añitos. Era una serie sin mucho recorrido, una adenda secundaria a la sombra de Spiderman y otros pesos pesados. Lo que Miller hizo fue recrudecer la trama y meter yakuzas, ninjas y malos malísimos.

Y ya no es sólo que la serie de Netflix tome la parte por el todo en su dos temporadas, es que lo que hoy entendemos por Daredevil, por el ‘El hombre sin miedo’ de Born Again al alimón con Romita Jr, es objeto directo del canon Milleriano. No es decir poco para un encargo apresurado.

Pero es que podemos rastrear este mundo alucinado hasta en el mismísimo John Wick. Y, si nos alejamos del audiovisual, es obvio que Daredevil ha calado en cientos de tebeos, desde el propio Ronin (1983) a otras producciones de la Casa de las Ideas —The Punisher o Elektra, sin irnos más lejos—.

The Dark Knight Returns (1986)

Tanto este magnífico tebeo con tinta de Klaus Janson como el ‘Año Uno’ dibujado por Mazzucchelli, Miller fue el artífice y responsable de dar la forma definitiva al Batman moderno, al de Tim Burton, a la trilogía de El Caballero Oscuro y a muchos de los Lobeznos modernos —no en vano ya había trabajado en el personaje de Wolverine en 1982, junto a Chris Claremont, y volvería a él muchos años después—.

El reinicio de los personajes llegó un año antes, con la ‘Crisis en Tierras Infinitas’, pero lo que podemos asegurar es que el mil veces imitado Batman de Christopher Nolan, el personaje torturado con crisis de identidad que después ha perseguido a tantos superhéroes (al propio Superman de ‘Man of Steel’), nace aquí, con Miller. Y este es un canon que persiste hasta hoy, con «Caballero Oscuro III: La raza superior».

Hard Boiled (1990)

Alejémonos un poco del perfil popular para hablar de otra de sus obras clave: Hard Boiled, con Geof Darrow, es una miniserie de tres números que combinaba el noir clásico con la hiperviolencia y el cyberpunk tan de la época.

Warren Girard Ellis lleva 20 años alimentando sus trabajos con las sombras de esta obra. El Darick Robertson de Transmetropolitan puede decir lo mismo. El escocés Grant Morrison puede jurar que los momentos más esquizoides de sus X-Men son herencia directa de esta miniserie. Y así podríamos seguir durante un mes.

Sin City (1991)

El maestro del trazo efervescente venía de escribir una pieza interesantísima (Give Me Liberty) pero ahora necesitaba volver a los antihéroes amantes. Y rastrear la influencia de Sin City no es fácil. En apariencia podríamos sentenciar que no estamos ante una obra de largo recorrido —más allá de las iteraciones irregulares y dos películas, una rozando el sobresaliente y otra tropezando con el suspenso—.

En Sin City sus personajes no son vulnerables, sino mordaces y perversos. La ciudad se transforma en un puzle de voces enfermas donde nunca deja de llover y nunca deja de morir gente, pese a ser prácticamente indestructibles.

Y es a través de esa ciudad completamente podrida hasta la médula, donde su influjo ha permeado. Esta vez, la influencia va más allá de su marco teórico: potenció la novela gráfica y un estilo artístico propio, ayudó a expandir la imagen del medio a otras disciplinas y plataformas.

La frágil Nancy, el durísimo Hartigan, el torturado y traicionero Dwight, el maldito Senador Roark, la letal Miho… Lo de Sin City no es traducible de forma sencilla, no es algo que podamos ver consultando catálogo, sino siendo conscientes del valor de la obra original.

300 (1998)

300 es la Batalla de las Termópilas trasladada en clave tebeística, donde apenas 300 espartanos deben hacer frente a todo el Imperio Persa, un millón de soldados expandiéndose por toda Asia y media Europa. El Rey Leónidas y sus entrenados guerreros lo tienen claro: no van a consentir ser pisoteados: morirán matando.

Si de Sin City no es fácil encontrar referentes afines, de 300 podemos rastrearlos a paladas. Gran parte del peplum sanguinario ultra-estilizado que llegó después, de Spartacus a Roma, debe a 300 influencia ética y estética. Y ya no digamos cintas como Inmortals, donde los productores quisieron estirar el éxito repetido por Snyder en 300 y apenas se quedaron con las migajas.

La forma de comprender la heroicidad a través de la violencia le trajo una magnífica renta, ya que por entonces Miller logró cotizarse como el guionista más célebre de todo el planeta. Mientras unos lo acusaban de ser un fascista redomado, otros le ofrecían lo que pidiese. Y así ha sido, con inevitables altibajos, hasta hoy.

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