Por qué ‘Paddington 2’ ha sido la película mejor valorada en ‘Rotten Tomatoes’

/ 11 abril, 2019

‘Paddington 2’ puede presumir de haber sido una de las películas mejor valoradas de la historia. Mientras que su primera entrega ostenta un 98% de votos positivos y 145 reseñas, de “tomates frescos”, como dirían en ‘Rotten Tomatoes’, esta segunda entrega cuenta con un 100% de votos positivos y 193 reseñas. Y subiendo. Ah, espera, ¿que no has visto la primera parte? No olvides disfrutar de ella en el videoclub de Orange TV y ponerte al día.

Cinco estrellas sin ninguna esquina oxidada. ‘Paddington 2’ ha roto el récord que marcó ‘Lady Bird’ y que anteriormente ostentaba ‘Toy Story 2’. ¿Estamos ante la mejor película de la historia? No se trata de ser categóricos, pero sí estamos completamente seguros de que nos encontramos ante un clásico instantáneo, una joya a la que los años no le van a sentar nada mal. Y te contamos por qué. Nos sobran razones.

Porque es un oso

Empezamos por lo obvio, pero no lo menos importante. Es difícil no haberse topado con un oso de peluche a lo largo de nuestra vida. Un oso amoroso, de gominola, un mimosín o un panda blandito bonachón. El animal más adorable y achuchable —¡en la ficción!—, imposible de ignorar.

Lo más fascinante es que Paddington existió en realidad. Y no nos referimos a la estación de tren que inspiró a Michael Bond para escribir sus relatos, allá por 1958. Nos referimos a un oso de peluche que el escritor regaló a su primera esposa a la vuelta de uno de sus viajes. Brenda, su mujer, lo bautizó como Paddington en referencia a la misma estación.

Porque es tan digital como artesanal

La recreación digital de un bicho antropomorfo puede llevar a equívocos: no es fácil sentir empatía por un animal ficticio. La clave aquí está en la suma de las partes. Cada pieza del engranaje funciona como parte de un gran conjunto y todas se engarzan con la virtud del orfebre: si alguien dice que lucha por ser nadadora olímpica, ya tendrá ocasión en el último tercio de metraje para demostrar sus dotes en el agua.

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Y así, cada frase lanzada al aire resuena como un eco cuando vemos cumplida su función. Podríamos decir una frase acomodada como “Paddington es un prodigio del montaje y el tempo”, pero nos quedaríamos en la superficie.

El propio director y guionista, Paul King, pronunció estas palabras: «Estas películas son una auténtica labor de amor. Muchas personas le entregan su corazón y su alma durante meses o incluso años, elaborando a mano hasta el último detalle de cada encuadre».

Porque apela a la bondad humana

Paddington recibe una educación espléndida y ve el mundo sin medias tintas: su bondad incorruptible se extiende como un manto sobre el resto de ciudadanos de su comunidad. En la segunda entrega esto se extiende hasta uno de los peores escenarios posibles: una prisión. Una vez puesto a trabajar en la lavandería, y por un pequeño descuido, lo primero que hace es convertir todos los frívolos uniformes monocromáticos en atuendos rosas. Ese es Paddington.

En la primera entrega vemos a Paddington llegar desde un recóndito bosque de Perú hasta la estación londinense, tal y como lo hicieron los niños judíos a la estación de Reading hacia el final de la Segunda Guerra Mundial: desprovistos de maldad, con su nombre colgando en un cartelito y una maleta sin ambiciones. Códigos que cualquier espectador puede entender y sentir.

Porque el casting funciona

Británico en su mayoría, el equipo de actores recuerda más a un equipo de teatro ambulante que a verdaderas estrellas del cine moderno. Tal vez por ese enfoque coral (y familiar) o porque bajo la batuta de King es fácil sentirse como en casa.

La maldad adorable de un histriónico Hugh Grant haciendo de Phoenix Buchanan, un actor en el ocaso de su éxito; la candorosa mala uva de Brendan Gleeson haciendo de ‘Nudillos McGinty’, compañero de celda; o la familia Brown, matrimonio compuesto por Sally Hawkins y Hugh Bonneville. Hasta el menor de los papeles merece atención gracias a un rigor exquisito en la escritura manual que se percibe en el guión.

Y no lo olvidemos: la voz de Paddington es responsabilidad de uno de los mejores actores de su generación: Ben Whishaw —y eso que, en una primera tentativa, esa labor iba a recaer sobre Colin Firth—. Un trabajo que en el doblaje español ha sido cosa del genial Iván Labanda.

Porque es un triunfo seguro

‘Paddington 2’ ha costado 40 millones de dólares y ha recaudado 237 millones. Un índice de rentabilidad similar a la primera entrega: costó 55 millones de dólares y recaudó 268 millones. El de Paul King y Simon Farnaby ha resultado un buen negocio. No en vano ya se encuentran teorizando sobre el rodaje de la tercera entrega. Y sabiendo que el trabajo editorial dio pie a una veintena de relatos, tenemos Paddington para rato.

Un éxito que también hemos visto retroalimentando el mercado editorial. La editorial Noguer (Planeta) lleva años relanzando la novela original, con las ilustraciones clásicas de Peggy Fortnum.

Paddington se ha convertido en una especie de símbolo nacional, un oso que devora sándwiches de mermelada de naranja, sí, pero que también vela por los suyos, que se adapta al ritmo inglés haciéndolo suyo. Hablando de mermelada: en la segunda entrega nos enseñan a prepararla. No olvides el pellizco de canela.

Por el brillo de sus ojos

En serio, ¿has visto qué monos son?

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