7 mitos que nos hemos creído por culpa de las películas

/ 13 enero, 2023

Por Isaac García

En su afán por entretener e impactar, las películas han perpetuado muchos mitos sobre cómo funcionan las cosas. Al fin y al cabo, las historias deben entretener y ser espectaculares. Por eso, muchas veces no dejan que la aburrida realidad se interponga en su camino.

Desde explosiones que suenan en el espacio, cuando el sonido no se propaga, hasta leyes de la física que no funcionan igual en la gran pantalla que en la realidad. Muchas cosas no son como nos cuentan nuestras películas y series favoritas.

Por eso, vamos a ver 7 mitos que el cine y la televisión nos han hecho creer, pero que no son ciertos. Y empezamos por una mala noticia para los aspirantes a agentes secretos.

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Los silenciadores no son tan callados como en las películas

Las armas de fuego y los tiroteos son una fuente de mitos importante gracias a cómo se representan en el cine y la televisión. Con el fin de aumentar la espectacularidad visual y de servir a la historia y lo que conviene que suceda, la realidad funciona de manera muy distinta.

Y uno de los muchos mitos al respecto es lo poco que se oye un silenciador. Es verdad que estos dispositivos disminuyen el ruido del disparo, pero no tanto como pensamos. De hecho, un silenciador sería escuchado en muchas más ocasiones de las que nos muestran las películas.En YouTube se pueden encontrar multitud de vídeos sobre cómo suenan en realidad, demostrando que el ruido es mucho mayor. Como curiosidad, un usuario reeditó esta famosa escena de la película ‘John Wick 2’ con el sonido original y, después, con el sonido real que tendrían los disparos.

El cloroformo tarda varios minutos en hacer efecto

Otro clásico del cine de acción, cuando quieres quitar a alguien de en medio sin que nadie se entere, es empapar un pañuelo en cloroformo y que el otro lo respire.

Es cierto que, si inhalas esta sustancia, acabas perdiendo el conocimiento, pero tardando entre 2 y 5 minutos. Ya en octubre de 1865, la prestigiosa revista ‘The Lancet’ retó, en sus anotaciones médicas, a quien pudiera dormir en segundos a alguien con cloroformo empapado, debido a que el compuesto estaba adquiriendo esa inmerecida fama. Nadie lo consiguió, claro.

Un cuerpo humano no para una bala

Volviendo a las armas de fuego, he aquí otra escena típica, donde los malvados, sobre todo, usan escudos humanos para protegerse de las balas. Pero lo cierto es que el cuerpo humano no es capaz de detener un proyectil que tenga un mínimo calibre. De modo que no resulta una buena cobertura tras la que ocultarse.

De hecho, muchas estructuras tras las cuales se refugian héroes y villanos en los tiroteos, como, por ejemplo, la puerta de un coche no blindado, no detienen los proyectiles.

Saltar al agua no es tan inofensivo como parece

¿Cómo consigues que el héroe escape de una situación peliaguda? En muchas ocasiones, la solución es que salte al agua desde una gran altura. Con eso, todo queda arreglado y nuestro personaje emerge, un par de escenas después, mojado, pero ileso.

Lo malo es que, en la vida real, saltar al agua es mucho más peligroso de lo que parece. Según la revista ‘Current Sports Medicine Reports’, apenas 10 metros de altura suponen caer a unos 60 kilómetros por hora. Lo que puede ocasionar graves heridas si no se entra en el agua con la técnica adecuada.

Los mejores saltadores adoptan una postura erguida con los pies por delante, que les haga entrar como una flecha con muy poca superficie que ejerza resistencia. De hecho, si recordamos aquellos veranos en la piscina, saltar en plancha desde el borde ya dejaba un buen recuerdo en forma de escozor.

La gente sí se bañaba en la Edad Media

Las películas y series ‘realistas’ sobre los periodos medievales tratan de mostrar a los personajes con bastante suciedad en cara y manos. Lo cierto es que esa imagen es un mito en buena parte.

Como es obvio, la higiene no era la misma que ahora, ni mucho menos. Sin embargo, los baños eran mucho más frecuentes de lo que nos suele mostrar el cine. Incluso los que menos educación tenían eran conscientes de que resultaba una buena idea lavarse las manos y la cara a menudo. Sobre todo, antes de ciertas actividades, como comer.

Muchas personas humildes no podían permitirse un baño privado, eso es cierto. Por esa razón, los baños públicos eran muy habituales y concurridos desde antiguo. Eso sí, la noción de intimidad actual sí es bastante moderna. Y esta frecuencia de baño se daba tanto en Europa, como en África y Oriente.

Además, otras historias dibujan a cristianos medievales mucho más sucios que sus contemporáneos árabes. Estos últimos eran muy aficionados a la higiene, los baños e incluso la depilación. La diferencia no era tanta, y muchos escritos religiosos ensalzan la virtud de lavarse a menudo. En definitiva, la gente del medievo era más aseada de lo que pensamos.

La reanimación cardíaca no funciona tanto como en las películas

Y, en caso de hacerlo, la persona tampoco revive fresca como una rosa y dispuesta a seguir con la trama como si nada.

Lo cierto es que, según los datos, si estás fuera de un hospital, la reanimación cardio-pulmonar (RCP), funciona alrededor del 12 % de veces, Mientras que en un entorno hospitalario, mucho más equipado y con profesionales, puede hacerlo entre el 24 y el 40%. Si examinamos las películas, el fracaso en la reanimación parece algo extraño, pero es lo normal.

Los tiempos antiguos en Europa eran mucho más diversos 

Algunas series y películas históricas han sido criticadas por tratar de forzar “una diversidad inexistente”, mostrando una mezcla de razas en la antigüedad que, según ellos, no se daba. Los libros de historia no dicen lo mismo. Así, esas series y películas son, con mucha probabilidad, más acertadas en cuanto a representación étnica que lo que venía siendo habitual.

Sobre todo cuando hablamos de España, el crisol de colores era importante, gracias a la mezcla de árabes (incluyendo etnias subsaharianas de piel muy oscura), judíos y cristianos de muchas procedencias. Cuando se realizaron varias expulsiones, estos emigraron hacia el norte, llevando esa diversidad al resto de Europa que, a su vez, presentaba una gran mezcla.

Por el otro lado de la brújula, los mongoles y sus invasiones también desplazaron desde el este a otras etnias, que convivieron con las caucásicas.

Y hablando de este mito, hay muchos sobre los vikingos, de los que se conoce muy poco. Se sabe que no llevaban cuernos en los cascos, aunque sí convivían vikingos de etnias nórdicas con otros de piel oscura. Las referencias poéticas y literarias encontradas hablan de ellos.

La esclavitud, por aquel entonces, estaba extendida, pero no tenía que ver con la raza, sino con perder una guerra. Además, cualquiera que haya leído ‘Otelo’, de Shakespeare, sabe cuál es el color de la piel de su protagonista.

Como vemos, el cine y la televisión nunca han dejado que la realidad se interpusiera en la espectacularidad a la hora de contar una buena historia. Sin embargo, los libros y la vida cotidiana son muy distintos a las películas en muchos aspectos.

Imágenes | MGM Pictures – 20th Century Fox – Gioele Fazzeri, UnsplashMichel E, Unsplash

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