Mad Max, cuatro décadas de delirio post-apocalíptico

/ 22 febrero, 2018

Un intenso olor a gasolina te golpea con fuerza. Cuando crees que ya te has recuperado notas un extraño sabor en la boca, como si hubieras estado tragando polvo; a lo lejos, una tormenta de tambores descarga con fuerza y anuncia la llegada de problemas. Debe ser que estás viendo ‘Mad Max. Salvajes de autopista’, la original de 1979 o la reciente de 2015, ‘Mad Max: Fury Road’. Da igual, las dos son una oda al cine de acción y las dos están disponibles en el videoclub de Orange TV. Nos vamos al desierto. Buena suerte.

El apocalipsis tiene forma de desierto

En la actualidad, las distopias y escenarios post-apocalípticos ya no nos resultan entornos innovadores, pero a finales de los años 70 este tipo de contextos resultaban completamente novedosos y comenzaban a popularizarse entre el gran público. A ello ayudaron cintas como Mad Max, una película con un presupuesto irrisorio de apenas 350.000 dólares que consiguió recaudar más de 100 millones. ¿Por qué gustó tanto una historia que llegó de la mano de un director desconocido (George Miller) y estaba protagonizada por un muchachito que apenas estaba comenzando su carrera (Mel Gibson)?

El elemento fundamental sobre el que pivota todo el universo Mad Max es el caos: un mundo de post-guerra, una ambientación de desolación, violencia y salvajismo como única regla de conducta social… No vamos a descubrir ahora que al gran público le encanta una buena historia sobre el fin de la civilización tal y como la conocemos, y eso es lo que esta saga de películas lleva ofreciendo desde hace casi 40 años, pero con detalles muy especiales que la han convertido en toda una obra de culto.

Uno de esos detalles definitorios es la estética visual. El mejor ejemplo son los ropajes de los personajes, que parecen salidos de un concierto de punk en el que se han consumido demasiadas sustancias ilegales. Es lógico ya que entre los 70 y los 80, esta estética ‘macarra’ era sinónimo de rebelión y contracultura; lo más parecido a una amenaza para una sociedad moderna y civilizada.

En Mad Max la ropa no es sólo una declaración estética, sino una forma de entender la vida tras el gran apocalipsis que ha dado al traste con cualquier tipo de civilización ordenada. Los personajes visten como sienten y actúan. Por eso crean esa sensación de peligro, de violencia desatada que puede estallar en cualquier momento.

Esos ‘valores’ están encarnados en la película original por Toecutter (Hugh Keays-Byrne), un auténtico psicópata que, sin embargo, ha sabido adaptarse perfectamente a la nueva realidad del mundo.

En la actual ‘Mad Max: Fury Road’, el antagonista es Immortan Joe, otro líder desquiciado que nos pone la piel de gallina, precisamente, porque su locura es impredecible. Además, en esta cinta nos encontramos con una versión aún más grotesca del antagonista, en la línea con el devenir de la saga, en la que cada película nos ha ido mostrando cómo el mundo se ha vuelto un lugar cada vez más hostil y peligroso.

El octanaje por argumento

Como vemos, la estética ayuda a la narrativa y el gran ejemplo en este sentido lo encontramos con el uso de los vehículos, no como una parte más del decorado o como soportes a la acción, sino como verdaderos protagonistas.

Las persecuciones, saltos y explosiones de todo tipo de coches, camiones y motocicletas son marca de la casa en la saga Mad Max y aquí os dejamos una muestra de ello.

Los vehículos, al igual que la Humanidad que los conduce, están pervertidos, huecos, deformados y mutilados. De nuevo, no es sólo un elemento artificial, sino una auténtica declaración de intenciones del director George Miller, que quiere impregnar con decadencia cada rasgo de este universo ficticio que tanto nos atrae.

Porque ni siquiera los supuestos héroes se libran de tener manchas en su personalidad, aspectos que los alejan del arquetipo de protagonista ideal, bueno y puro. No ocurría con el  Max Rockatansky interpretado por Mel Gibson y tampoco ocurre con el que encarna Tom Hardy.

Luego está Imperator Furiosa, una brutal Charlize Theron que comparte protagonismo con Max en ‘Fury Road’. Este personaje, que comienza siendo la lugarteniente del antagonista Immortan Joe, realiza un viraje más que interesante y aporta a la saga un elemento más de complejidad – que no desarrollaremos para huir de destripes-.

Todos estos ingredientes forman, en su conjunto, una saga de películas que es pura acción pero que también nos ofrece lecturas y debates más profundos. Y de fondo, si nos apetece, podemos reproducir la excelente banda sonora de ‘Mad Max: Fury Road’. Entonces sí, la furia está asegurada.

 

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