Todo lo que necesitas saber sobre el regreso de ‘Homeland’

/ 12 febrero, 2018

Ya ha dado comienzo una nueva temporada y el termómetro no puede estar más alto: Homeland quiere plantarse como una antítesis de ‘House of Cards’. Mientras en una el poder cambia de manos para seguir ejerciéndose con igual ausencia de escrúpulos, en la serie de Carrie Mathison la confianza y fe en el ser humano sigue siendo el núcleo de la narración.

Hemos revisado con atención la evolución de estos personajes desde OrangeTV y su apuesta por FOX HD. Y no podemos estar más ansiosos por conocer los nuevos caminos de una serie con graves altibajos, pero con la mirada puesta siempre en la capacidad humana por sobrevivir e intentar hacer “el bien”.

Un recopilatorio breve (pero intenso)

Homeland ha mutado de piel tantas veces que es fácil perder la pista. La primera temporada se vistió de jazz brumoso y altas tensiones políticas para desembocar en un apasionado thriller que bebía directamente de su fuente de partida, el libro y la serie israelí ‘Prisoners of War’.

El marine estadounidense Nicholas Brody (Damian Lewis) vuelve tras ocho años desaparecido transformado en una especie de villano encontrado, un villano a la fuerza que volvía de la guerra reconvertido al Islam puntualizando eso que podríamos denominar “traición”. A su patria, a su familia pero, sobre todo, a sí mismo. ¿Cerebro lavado o deseo de aferrarse a una nueva fe? Una persona que sufría una contradicción interna muy fuerte a causa del proceso traumático al que fue expuesto.

Víctima y verdugo, está claro que Brody sabe muchas cosas y, aunque no le importe llevar a cabo los dictados más virulentos y suicidas, conserva esa humanidad azotada que nos hacía empatizar hasta con sus declaraciones más rudas.

La temporada 3 parecía haber gastado todas las balas. Saul Berenson (Mandy Patinkin) se convirtió en una especie de hombre orquesta donde mover al completo los hilos del eje político. Hasta que los peones se le sublevaron. El final de la temporada supuso la capitalización —por no decir muerte sacrificial— de Brody y lo que siguió fue un deslavazado y tibio deambular en la vida de la agente de la CIA que no sabe cómo salir adelante sin caer en el abismo de la locura. Porque, además, estaba embarazada.

En la temporada 4, mucha gente murió y ‘Homeland’ tomó la arriesgada decisión de cogerle el pulso a la realidad para dibujar una crítica feroz en tiempo real, mientras marcaba las líneas de sus siguientes episodios teorizando incluso lo que podría acabar pasando en un conflicto como el de la Franja de Gaza y el ejército israelí. De Afganistán a Berlín, de Jerusalem a Virginia, la serie acabó por focalizar su atención en un Peter Quinn (Rupert Friend) y su lectura sobre las secuelas en veteranos de guerra.

Durante la temporada 5, muchas cosas cambiaron. Rodada íntegramente en Europa, Carrie tenía que hacer frente como podía a su maternidad y cuidar de Franny, hija de esta y el propio Brody, mientras espantaba los fantasmas de su pasado como agente. El guantazo narrativo nos llegó con la traición de una agente doble, Allison (Miranda Otto) y una cacería que no termina porque cambies de frontera geográfica.

Saul y Dar Adal siguieron con sus partidas de poker, sus brújulas danzando de un lugar a otro según la sombra del árbol que mejor les cobijaba, mientras Carrie, que ya no tenía nada más que demostrar, agotaba sus últimas trazas de orgullo propio y se encomendaba a poner tiritas a todos los errores del pasado. La serie siempre ha sabido mirar hacia adelante, pero su virtud nuclear reside en la forma en la que relee los acontecimientos del pasado para darle una nueva vuelta.

La temporada 6, la penúltima hasta ahora, presentó doce nuevos episodios cargados de confabulaciones, hackeos a grandes corporaciones —con periodista viral incluido—, conspiranoia sin mucho fundamento y atentados desde dentro hacia afuera. Ya sabes: el enemigo está en casa, nunca salió de ella. Nosotros mismos creamos a nuestros demonios y nos ponemos la zancadilla a conveniencia.

Se volvió a recuperar ese tempo de thriller policial más pop y menos noir y se aparcó el drama a un lado. Hasta desembocar en la mismísima Casa Blanca. Carrie tiene que investigar y su investigación le lleva a la raíz pura de la corrupción política.

Desde el despacho oval se dio orden de disolver el núcleo duro de la CIA. Total, tampoco estaban cambiando el mundo. La oportunidad le vino servida por culpa, aunque accidentalmente, de la propia Carrie. 200 miembros de inteligencia perdieron sus puestos de trabajo y su posibilidad de reinserción. Pero Carrie no iba a dejarse amilanar por la presidenta Keane. Le debía un favor y pensaba cobrárselo.

La nueva temporada promete salir de Washington DC para viajar hacia nuevos confines, tanto mentales como físicos. ‘Homeland’ ha certificado que puede sobrevivir sin Carrie o Brody, puede pivotar su centro de gravedad sobre cualquier secundario —y no pocas veces, como en el caso de Saul, lo agradecemos—.

Pase lo que pase, nos es imposible especular. Homeland ha demostrado ir por un camino no transitado, por las bravas, a veces de forma completamente desafortunada, a veces asumiendo un riesgo valiente como cuando falleció el querido Henry Bromell, guionista principal de la serie y ganador de un Globo de Oro y un Emmy por esta misma labor. Lo que venga a partir de ahora no lo sabe ni nuestra querida rubia neurótica, mamá coraje y siempre, siempre, bondadosa humana.

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