Annihilation es la nueva Alien (y estas son sus fortalezas)

/ 13 marzo, 2018

Otro triple apuntado en el marcador de Netflix. ¿Cuántos van ya? Si los devotos de la ciencia ficción iluminada por neones apenas hemos tenido tiempo para lamentarnos por la nueva MUTE (Duncan Jones, 2018), la productora ya tiene en cartera una de esas cintas que no solo dan que hablar en cada ágora cinéfila, sino que trasladan sus debates a estamentos científicos.

Basada en la novela homónima de Jeff VanderMeer, Annihilation (Alex Garland, 2018) es una película de aparente escala pequeña, una especie de punto de partida de la que se desprende una saga que ya tiene tres libros.

En la adaptación, Natalie Portman interpreta a una bióloga todoterreno con un pasado militar que decidirá sumarse a la expedición número 12 de Área X, una zona desconocida sobre la que impactó una especie de meteorito.

El aparente desastre ambiental ha costado muchas víctimas. Bajo esa cúpula, las reglas son distintas. Y, sobre ella, se construye un modelo formulaico de romance en la distancia, logrando imbricar el clásico drama personal con ciencia ficción weird, algo a lo que el director de Ex Machina no es ajeno. Y, esta vez sí, hay monstruos. Y dan mucho miedo

Empoderando, que es gerundio

Pese a las críticas vertidas sobre whitewashing, aludiendo a que la protagonista en la novela original era en realidad de origen asiático, cabe destacar que Garland ha sabido entender el tempo literario y arrojar perspectiva acerca del género y, sobre todo, poner sobre la mesa a cinco protagonistas muy acertadamente elegidas.

Porque las 11 expediciones anteriores, que acabaron en desastre, estaban compuestas únicamente por militares obsesionados con el control marcial. El nuevo grupo se compone de científicas de aprendizaje fluido, por una sublime Tessa Thompson, a quien hemos podido ver en series como Westworld o películas como Selma; la poderosísima Jennifer Jason Leigh de Los odiosos Ocho; la Gina Rodriguez de Jane the Virgin, o la Crystal Clarke que vimos interpretando el papel de Samia en la película de Assassin’s Creed.

A ellas se suma, como hemos dicho, Natalie Portman, la actriz sueca Tuva Novotny, Sonoya Mizuno —quien también aparecía en Ex Machina— y el guatemalteco Oscar Isaac, con quien también contó para Ex Machina, imposible de olvidar en su interpretación del piloto Poe Dameron en la actual trilogía de Star Wars o por su nominación al Oscar en A propósito de Llewyn Davis (Hermanos Coen , 2014).

Un casting donde las mujeres son absolutas protagonistas, con presencia asiática y afroamericana —especial mención merece David Gyasi— que invita a pensar que por fin, esta vez sí, existe un deseo inclusivista en las producciones actuales.

¿Quién es Alex Garland?

Alex Garland no es en absoluto un novato. ‘Ex Machina’ le supuso una nominación al Premio Oscar a Mejor Guión Original y puso a Alicia Vikander en el foco internacional.

Nacido el 26 de mayo de 1970, la de Alexander Medawar Garland ha sido una vida dedicada a la ficción científica. Como novelista debutó en 1996, con La Playa. Dos años después publicaría The Tesseract. Pues bien: de la primera se adaptó una película y se convirtió en una pieza de culto. De la segunda, su influencia es rastreable hasta en superproducciones como Interstellar (Christopher Nolan, 2014).

Su salto definitivo en el circuito de guionistas de alto copete llegó en 2002, cuando escribió los papeles para 28 días después de Danny Boyle. De la cinta de infectados por antonomasia pasó a escribir un guión para una adaptación cinematográfica de Halo. Luego siguió colaborando con Danny Boyle en Sunshine, 28 semanas después y Nunca me abandones. Hasta que en 2015 cambió de puesto y, tras las cámaras, maravilló a la crítica internacional con Ex Machina.

Entretanto, su affaire con el mundo de los videojuegos se saldó con una colaboración activa con el estudio de Cambridge Ninja Theory, en los juegos Enslaved: Odyssey to the West y DmC: Devil May Cry. Y tampoco piensa parar: actualmente se encuentra rodando una serie de televisión de ocho episodios para FX dibujada, una vez más, sobre la línea de la ciencia ficción.

Hijos de la ciencia ficción (weird)

La de Annihilation es una trama impulsada por ciertos fundamentos filosóficos. La película va mutando y es algo que expresa hasta su banda sonora, que va desde acordes menores en Helplessly Hoping (de Crosby, Stills & Nash), las acústicas folkie recalando sobre interludios y hasta tintes oscuros, drones distorsionados y retorcidos obra de Ben Salisbury y Geoff Barrow (Portishead). Cuando el filme se entrega a la enajenación, la música adquiere tintes tribales propios del tecno.

Y si hay una cinta a quien le debe algo es a Stalker, el clásico de Andréi Tarkovski en el que adapta libremente la novela de Arkady y Borís Strugatski Picnic al borde del camino, donde el onirismo de una memoria fragmentada da forma a lugares imposibles, a una Zona donde todo es posible.

Annihilation toma la senda de las cintas más abstractas pero apoyada en constructos intelectuales: teoría de cuerdas, resonancias magnéticas, refracción y radiación ionizante proyectada sobre el ADN… Es decir, está más emparentada con Arrival (Denis Villeneuve, 2016), Coherence (James Ward Byrkit, 2013), El congreso (Ari Folman, 2013) o incluso la perversa Under the Skin (Jonathan Glazer, 2013),

Pero, aunque no se vista tanto de tiroteo, incursión frenética y gritos de auxilio, también tiene de esto. Ahí radica quizá su mayor fortaleza. La influencia de Alien es obvia y rastreable en el ambiente, algunas composiciones de planos y algunas de las intenciones finales. Por cierto, además de la oferta de Netflix, en Orange TV puedes encontrar toda la saga Alien para revisarla. Así puedes juzgar por ti mism@.

La importancia de los videojuegos

Además de escribir tres libros, como decíamos, Garland es un buen aficionado a los videojuegos. En Annihilation hay mucho de The Last of Us (Naughty Dog, 2013), el juego de infectados que, para cerrar el círculo, tomaba bastante de la saga 28 días.

En The Last of Us podíamos casi oler las esporas entrar por la nariz de los personajes, esa especie de Cordyceps unilateralis —hongos parásitos que convierten a la persona en una especie de víctima a merced del huésped—. Cadáveres trufados de flores y vísceras son seres propios que tienen cabida en este universo ficcional.

Y, si seguimos la senda trazada por Stalker, también existe una saga de tres videojuegos llamada S.T.A.L.K.E.R., que reúne las distintas facciones ideológicas y también parte de un acontecimiento extraordinario: el accidente nuclear en Chernóbil.

Por suerte, hasta en este punto es virtuosa la cinta de Garland: la suya no es una historia de accidente, sino de deseos impulsados por amor. Es pura biología: primero fue una célula. Luego dos, después cuatro… Primero fue una persona, luego dos, después cuatro…

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