‘La forma del agua’ y otros 7 romances interespecie con mundos fascinantes

/ 7 marzo, 2018

El amor no entiende de edades, géneros ni posiciones geográficas o sociales. Si algo nos ha enseñado la literatura romántica —que no ciertos ideales de la vieja escuela— es que el amor derriba fronteras más allá de los convencionalismos impuestos. Vamos más allá del simple Romeo y Julieta.

En PopTV creemos en ello, en amores de otros mundos y otras condiciones. Algunos hemos crecido con Ghost, otros con Casper, pero todos hemos disfrutados de apasionados romances entre licántropos o vampiros. Y tú también puedes hacerlo desde  Orange TV con 40 canales premium y más de 800 títulos de cine.

Drácula, de Bram Stoker

Empecemos con un clásico. Podríamos enlazar simplemente esta canción y dejarlo estar.

El Drácula de Francis Ford Coppola subraya la condición del vampiro como monstruo trágico que necesita tomar distancia por la seguridad de los demás, por su toxicidad biológica. Pero también necesita de otros para mantenerse con vida. De esta dicotomía nace el melodrama, la pulsión suicida y la pasión más salvaje.

Déjame entrar

El tropo vampírico tiene, según a quién preguntes, 300 años de solera. Lo hemos visto en la literatura de Théophile Gautier o Guy de Maupassant. Del Nosferatu de Murnau al «Soy de carne y hueso, pero no humano», que diría un jovencísimo Brad Pitt para ‘Entrevista con el vampiro’, el imaginario audiovisual está trufado de ejemplos y referencias. Y sólo hay que fijarse en fenómenos como Crepúsculo o True Blood para entender que este no es un mito con fecha de caducidad: el vampiro es eterno.

Pero hay una película que destaca sobre la media por su contención, por su belleza sobria. Un niño de apenas 12 años, víctima constante de bullying en clase, sale en mitad de la noche a desahogarse cuando se encuentra con su nueva vecina, Eli. Los dos jóvenes irán paulatinamente enamorándose, uniéndose hasta donde sus condiciones permiten. Una película de crudeza terrible basada en la novela homónima de John Ajvide Lindqvist que encoge el corazón de cualquiera.

Blade Runner 2049

Y saltamos del fantástico porque ya hemos tenido bastante. Una de las tramas más debatidas en la nueva Blade Runner 2049, disponible en el catálogo de Orange TV, es aquella donde el oficial K de la policía de Los Angeles (Ryan Gosling) se enamora de una tal Joi —de joy en inglés, “goce”—, el personaje interpretado por Ana de Armas.

Por desgracia, Joi es una IA, un programa informático, nada tangible, por mucho que pueda simular —o intentar— ser real. Siguiendo los pasos de Rachel, la replicante que creía ser humana en cinta original, el romance de K y Joi está lleno de momentos muy lúcidos que debaten sobre la identidad, el género, el sexo y el propio cuerpo humano.

Her

Otra IA en forma de asistente de voz, esta vez interpretada por Scarlett Johansson, termina por enamorar hasta las trancas a un escritor frustrado, Theo (Joaquin Phoenix), que tiene que lidiar diariamente con el trauma de su ruptura sentimental porque su trabajo consiste en escribir cartas motivacionales y postales de felicitación.

La cinta se encontró de frente con un público muy polarizado. Los unos reprochaban que Spike Jonze (‘Cómo ser John Malkovich’) se había dejado llevar por el filtro de Instagram y el exceso mod. Los otros se rindieron ante la astucia de contar con tan pocos elementos una inteligente relación sentimental que desvela debates presentes y futuros: ¿podríamos enamorarnos sólo de una voz, a sabiendas de que es un simple software digital? ¿Son nuestros enlaces empáticos simples invenciones de nuestra mente?

El hombre bicentenario

Tampoco podemos dejar fuera una cinta que, pese a los varapalos, explora como pocas la esclavitud de los robots creados para servir, la libertad intelectual dentro y fuera del hogar familiar, el sexo, la eternidad —y, por ende, la muerte y el deseo de morir— y la clave de todas: el amor.

Bajo la batuta de Chris Columbus, Robin Williams dio rienda suelta a un personaje del que algunos se burlaron por panfletario y otros simplemente quedaron prendados. Ya lo cantaba Aloe Blacc: love is the answer.

Avatar

Y pasamos de cyborgs y autómatas a los extraterrestres. Jake Sully, marine veterano de guerra, queda parapléjico en el frente de guerra y, por ello, es elegido para participar en el programa Avatar, una especie de videojuego donde se analizará la cultura na’vi. ¿Cómo? Entrando dentro del cuerpo de una especie de vainas que utilizarán para mezclarse con los nativos.

Pero esta es una cultura celosa, tribal, emocionalmente severa. La colonización no sale bien, porque donde el ejército exige frialdad y control, Sully sólo puede ofrecer amor. Se enamora perdidamente de Neytiri, una nativa, lo que pone en peligro la misión, la información recopilada y todo lo venidero —porque dentro de poco tendremos más Avatar—. Un auténtico “amor de otro mundo”.

Starman

¿Crees que desde las estrellas no vino nada más que un arrugado ET y los asesinos destructores de ‘Independence Day’? Esta cinta tuvo precisamente la mala fortuna de combatir en taquilla con la E.T de Steven Spielberg, pero en nuestros corazones la triunfadora fue otra.

‘Starman’ es un relato desgarrador que habla del amor más allá de la especie humana, de la dependencia y la fragilidad. No hay monstruos, tan sólo un hombre de las estrellas interpretado por Jeff Bridges y una angustiada Karen Allen que actuará en primera instancia de forma egoísta pero pronto despertará otras emociones. La de Carpenter es uno de esos hitos, como ‘Gattaca’, donde lo que se sugiere es mucho más importante que lo que se explicita.

La forma del agua

Y si de monstruos tienes apetito,  no podemos irnos sin poner sobre la mesa la última película del director mexicano Guillermo del Toro, la unánime vencedora en la edición número 90 de los Óscar. Y si el mito de las sirenas goza de tanta popularidad, ¿por qué no hacer lo mismo con tritón capturado en el Amazonas?

Desde 1928, con aquel pequeño clásico titulado ‘El hombre anfibio’, hemos podido seguir la pista de este género donde el amor va más allá del género y la posición política. Si alguien merecía el hombrecillo dorado, ese era Del Toro con este sugerente cuento interespecie.

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